En medio de las turbulencias cambiarias que llevaron este lunes a las reservas del BCRA a su nivel más bajo desde septiembre, y los tipos de cambio paralelos a su punto más alto en cinco meses, Luis Caputo se vio obligado a dar una entrevista para intentar calmar a los mercados. El ministro de Economía pasó por A24 para brindar detalles sobre el acuerdo con el FMI, que el Gobierno ya anunció varias veces pero del cual aún no se tienen precisiones. Sus declaraciones no resultaron muy alentadoras.

Caputo confirmó que el Gobierno no sabe cuántos dólares le prestará el FMI, y dijo también que los detalles del acuerdo serán confidenciales. “La parte técnica es algo que negocia el Ejecutivo. Nunca estos acuerdos pasaron por el Congreso, lo que se acuerda es el crédito público, lo que es los detalles, eso es parte de la confidencialidad del acuerdo”, expresó.

En relación al volumen del crédito, una variable fundamental para aliviar el estrés financiero que le hizo perder al BCRA unos 750 millones de dólares sólo en la ronda del lunes, Caputo tampoco tuvo precisiones: “El monto lo define el Directorio del Fondo. Nosotros genuinamente no lo sabemos, por eso no lo decimos”

El Gobierno tiene atada su suerte al acuerdo con el FMI. Los dólares se van cada vez más rápido de las arcas del Banco Central, empujando un salto cambiario que detonaría la única variable que el oficialismo puede ofrecer como un éxito de su programa: la baja de la inflación. El rebote de febrero, mes en que el IPC creció al 2,4% y el IPC núcleo al 2,9%, augura problemas en ese plano para el Gobierno, considerando que marzo es un mes estacionalmente inflacionario.

“Uno va al Fondo cuando la situación macroeconómica está desordenada. Esta vez es diferente porque todo ese ajuste fiscal y monetario que pide el Fondo y más, nosotros ya lo hicimos el año pasado. Entonces estamos en un caso atípico, al Fondo no le pasó nunca de ir a un programa donde el presidente y el programa económico de un país son más ortodoxos que ellos”, intentó tranquilizar el titular de Economía. Detrás de sus palabras se lee la desesperación del oficialismo por evitar que la sangría de dólares del BCRA se profundice en estas semanas decisivas, en las que el acuerdo podría encaminarse pero también entrar en riesgo si el oficialismo no puede mostrar control en el plano financiero, en el político y en la calle.

“¿Cuál es el objetivo de ir al Fondo? para que la gente entienda bien. Tener una moneda sana y continuar con el proceso de desinflación. Para eso tenés que tener un BCRA con un  balance saneado”, afirmó Caputo, dando por descontado que los dólares que ingresen del FMI no se irán, como sucedió siempre, directo a la fuga de divisas a través de la bicicleta financiera.

Lo cierto es que el oficialismo está quemando la última carta que le queda para llegar a las elecciones de octubre sin un movimiento cambiario importante que se traduzca en una nueva disparada inflacionaria. El “mayor ajuste de la historia de la humanidad” alcanzó apenas para llegar al año de gestión. El Gobierno se gastó un fenomenal superávit comercial, producido por la recesión y la baja de las importaciones, en mantener el dólar planchado artificialmente. El mismo destino corrieron los 20 mil millones de dólares que entraron a las arcas del Banco Central producto del blanqueo. Todo eso hoy ya no está, y las reservas caen semana tras semana, preocupando a un oficialismo que tiene sin plan económico que tiene todo atado con alambres.

Para sortear el temporal, Caputo y Milei acuden desesperados al organismo internacional de crédito responsable de las peores crisis socioeconómicas no sólo de la Argentina sino de muchos países del mundo. Al descomunal endeudamiento que contrajo la administración de Mauricio Macri, ahora se le sumaría otro tanto que difícilmente vaya a financiar el crecimiento estructural de la economía nacional.

¿Cuánto durarían 10 mil millones de dólares nuevos al ritmo actual? El viernes pasado el BCRA vendió casi USD 500 millones para aguantar el precio de los paralelos. A esa velocidad, y haciendo los cálculos como suele estructurarlos el propio Milei, un nuevo crédito de esa magnitud duraría 20 rondas cambiarias o días hábiles. 

El Gobierno pide un cheque en blanco para lograr un salvataje que le permita llegar a octubre. A poco más de un año de gestión, el programa económico libertario hace agua por todos lados y demuestra no tener un plan de crecimiento. Una vez más, el país es conducido al prestamista de última instancia como respirador artificial que permita seguir un poco más los fenomenales negocios que el mundo financiero viene haciendo de la mano de su hijo predilecto. Caputo, que en palabras del propio Milei “se fumó 15 mil millones de dólares del Fondo” en su paso anterior por la gestión pública, hoy pide una vuelta más para sus aventuras. El presente y el futuro de la Argentina en manos de la timba.