Crueldad y corrupción: Milei pasado de rosca, entre medicamentos y Kueider
El presidente avanza en modo bestial con su modelo de país, sintetizado en las últimas horas: un aliado clave con 210 dólares en una mochila cruzando a Paraguay, jubilados sin medicamentos y reprimidos, otro año más con presupuesto discrecional, y toda la culpa a CFK. Riesgos de abusar de un buen momento.
El gobierno de Javier Milei viene atravesando semanas en las que todo parece situarlo en un estado de gracia. La calma cambiaria y la estabilización inflacionaria aparecen como activos muy potentes para un oficialismo que se envalentona. En ese contexto, y fiel a su naturaleza de ir siempre a fondo y redoblando apuestas, Milei se pasa de rosca y camina un filoso borde entre la osadía política y la desconexión con la realidad producto de su euforia.
Anoche el presidente tuvo otro momento de protagonismo y show en la CPAC, una cumbre de referentes de la ultraderecha que lo ubicó en un lugar de centralidad mundial. Ebrio de esas adulaciones que disfruta como nada más, Milei volvió a descargarse en un catálogo de improperios y agresiones para con distintos sectores de la sociedad, hablando desde un pedestal como si estuviera transformando la Argentina a partir de solucionar de raíz todos sus problemas estructurales, de una vez y para siempre. En su pose megalómana, Milei no exhibió registro de lo que fue un día tremendo para la sociedad Argentina y que puede resultar en altos costos políticos a su gobierno.
La síntesis de esa desconexión con la realidad se dio en la entrada del presidente al evento, donde ante las preguntas del periodismo dejó dos definiciones tajantes. Consultado por el caso Kueider y por la cercanía de su primer año de gestión, Milei afirmó que lo primero “es un problema del kirchnerismo”, y ante lo segundo que “estamos haciendo el mejor gobierno de la historia”. Si el presidente miente o realmente está convencido de esas dos falacias que afirmó, es algo que queda a criterio e interpretación del lector.
Lo concreto es que ese mismo día salieron a la luz con claridad dos caras muy concretas del Gobierno nacional: la crueldad y la corrupción. La decisión de obligar a los jubilados que cobren menos de una jubilación mínima y media a realizar un trámite imposible para seguir contando con el subsidio del 100% a una certera de medicamentos, quedó sintetizada en las palabras del Arzobispo de Córdoba, Ángel Rossi, quien la definió como una “eutanasia encubierta”. La definición política de no entregar al senador Edgardo Kueider, aliado estratégico del Gobierno, y ensayar piruetas como vincularlo a CFK en lugar de condenar el contrabando de más de 210 mil dólares en el que se lo atrapó in fraganti, revela cuán falsa es la pose oficialista anticorrupción, y cuán laxos son sus criterios a la hora de castigar a la “casta” política corrupta.
El caso Kueider deja expuesto al Gobierno. El senador que entró a la Cámara Alta por el peronismo en la elección de 2019 hace ya casi dos años que no forma parte de los bloques del PJ. En febrero del 2023, junto al correntino Camau Espínola, se alejaron del bloque peronista para iniciar un recorrido propio que les diera autonomía de cara a un posible cambio de gobierno. Tras el triunfo de Milei, ese salto de barco se confirmó velozmente y ambos legisladores resultaron claves para la aprobación de leyes fundamentales para el oficialismo, como la Ley Bases. Sin los votos de Espínola y Kueider el proyecto medular de Milei hubiera fracasado por segunda vez consecutiva en el Senado.
Luego de aquella votación emblemática, florecieron las críticas y las especulaciones en torno a los posibles pagos por parte del oficialismo para con legisladores ajenos a su ecosistema pero que brindaron su apoyo. Kueider apareció rápidamente bajo la órbita de Santiago Caputo, a quien se lo señaló como su nuevo jefe. El asesor estrella llevó a Milei a firmar un decreto entregando el control de la represa de Salto Grande a la provincia de Entre Ríos, con un jugoso cargo para un hombre del senador nacional. Fue el pago en blanco que garantizó el voto de Kueider para la Ley Bases. Ahora las sospechas se centran en un posible pago en negro, que el senador habría estado cruzando a Paraguay en los seis viajes que realizó, siempre con el mismo itinerario y comenzando apenas unos días después de la sanción de la ley.
El vínculo entre el Gobierno nacional y Kueider, sin embargo, fue mucho más allá. Santiago Caputo lo impulsó como titular de la Comisión Bicameral de inteligencia, encargada de controlar a la SIDE y la utilización de los fondos reservados que el oficialismo entregó por un monto de $100.000 millones. El intento fracasó por la unión entre el peronismo y un sector del radicalismo, que depositó en ese lugar a Martín Lousteau. Pero como Kueider es efectivamente un jugador determinante para La Libertad Avanza, Victoria Villarruel operó para que llegara a la presidencia de la Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado, instancia que debería hoy por hoy, por ejemplo, tratar su propio pedido de licencia.
Fingiendo demencia ante toda esta secuencia, en forma descoordinada y algo tardía, la respuesta del oficialismo una vez estallada la bomba Kueider fue la de manual: culpar a CFK. El paso de comedia lo inició Javier Lanari, subsecretario de Prensa del Gobierno nacional, quien publicó un tuit ubicando a Kueider dentro del kirchnerismo y tildando a todo ese espacio de “chorros”. Lo gracioso fue que, mientras sus ex colegas de LN+ leían el tuit al aire, Lanari lo tuvo que borrar ante las presiones que le llegaron desde arriba. Lo de identificar a Kueider con el kirchnerismo estaba bien, pero el funcionario se había pasado un pueblo tildando de ladrón y corrupto a un aliado. El movimiento de defensa encubierta a Kueider iniciaba en vivo.
Luego llegó la declaración de Milei en CPAC y hoy, nuevamente, el presidente tuiteó la boleta del FdT en la que se ve a Alberto Fernández y CFK pegados al cuerpo de senadores por Entre Ríos que encabezó Kueider en 2019. “Todo tuyo CFK”, lanzó el presidente.
Lo cierto es que la ex presidenta y flamante titular del PJ nacional viene disparando contra dirigentes como Kueider, que entraron a sus cargos por el peronismo y traicionaron los mandatos populares que los llevaron a sus bancas prestándose al juego del oficialismo en el Congreso. A ellos apunta CFK cuando habla de que el peronismo “se torció y se desordenó”, motivos por los cuales se lanzó a conquistar el PJ.
Más aún, la senadora suplente de Kueider es Stefanía Cora, dirigente de La Cámpora de Entre Ríos y quien debería asumir la banca en caso que el detenido en Paraguay sea finalmente expulsado del Senado. Eso es lo que impulsa con fuerza el peronismo por estas horas, encabezado por José Mayans y Juliana Di Tullio, una jugada que ser exitosa inclinaría un poco más la balanza en la Cámara Baja hacia el peronismo, que pasaría a tener 34 senadores quedando a sólo 3 del quórum propio y la mayoría simple.
El Gobierno, por su parte, intenta motorizar la salida de la licencia para Kueider, algo que implicaría que el senador aliado no pierda su banca, pateando la pelota hacia adelante en busca de una solución de fondo que no implique perder un jugador propio y que La Cámpora sume uno suyo. Rapidísimos de reflejos para denunciar corrupción en cualquier situación que empiece con K, Javier Milei y los suyos no tienen prurito alguno en defender a lo que puede considerarse como un exponente paradigmático de la casta política corrupta: un político que llega al poder por un partido, lo traiciona y salta de bando, acepta favores a cambio y es detenido in fraganti contrabandeando miles de dólares en una mochila. “Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros”, diría Groucho Marx.
Si el caso Kueider comenzará a destapar maniobras de corrupción o no en el Gobierno es aún algo precipitado de afirmar. De lo que sí ya no queda ninguna duda es del grado de crueldad y deshumanización del oficialismo libertario, características expresadas una vez más contra uno de los sectores más vulnerables de la sociedad: los jubilados.
En paralelo a negar lo evidente en el caso Kueider, el Gobierno avanzó con la quita del subsidio del 100% a una cartera de medicamentos a la que accedían los jubilados, e impuso un complejo y tortuoso trámite para que aquellos adultos mayores que perciban ingresos por menos de una jubilación mínima y media puedan sostener ese beneficio. Los impactos de esa medida ya se ven a lo largo y ancho del país, reflejados en la TV y las redes sociales con decenas de videos de jubilados copando las sedes del PAMI en busca de respuestas, ante la lógica dificultad que tienen para realizar un trámite online que no comprenden.
El Gobierno nacional arroja al abismo a los adultos mayores que no tienen una estructura familiar que los contenga. En muchos casos, los adultos mayores pierden la cobertura sobre medicamentos que significan la vida o la muerte, y si no tienen a nadie que se los financie o que los ayude a realizar el trámite en cuestión, ya pierden el acceso en el mes en curso. El oficialismo ni siquiera avisó con un mes de antelación una medida semejante, permitiendo que los jubilados pudieran buscar algún tipo de asistencia. En paralelo a esto, la Policía de la Ciudad volvió a reprimir una marcha de jubilados este miércoles. El nivel de crueldad no tiene límites, y está llevando a casos extremos como el que se conoció en la mañana de este jueves, cuando un adulto mayor se roció con combustible e intentó prenderse fuego en una sede del PAMI en Córdoba, angustiado por no poder resolver el problema del acceso a sus medicamentos.
Javier Milei se siente Dios y está pasado de rosca. No le alcanzó con el ajuste brutal que financió en más de un 30% con recortes a las jubilaciones, sino que ahora avanza en quitarle a los jubilados lo único que les queda para sobrevivir. No le alcanzó con la falacia de denunciar una supuesta casta a la que ahora se alía, comprando voluntades con todo tipo de metodologías, sino que ahora también apaña y protege a políticos capturados cometiendo delitos in fraganti, como el senador Kueider.
No le alcanzó con un año entero de discrecionalidad en la utilización de los recursos de los argentinos producto de no tener un presupuesto aprobado por el Congreso, sino que va por el segundo consecutivo, algo que no sucedió nunca en la historia. El vocero Manuel Adorni confirmó que el oficialismo llamará a sesiones extraordinarias, pero excluyó del temario el Presupuesto 2025, por lo que el oficialismo afrontará el año electoral con los números previstos en 2022 para 2023, y un uso discrecional de todas las diferencias en la recaudación.
La concentración y el ejercicio autocrático del poder por parte de Javier Milei enciende alertas. A poco más de un año de Gobierno, el presidente sorteó momentos difíciles justamente a partir de su estilo firme y arrollador. Así está llegando holgado a un fin de año que muchos pronosticaban como un infierno. Sin embargo, la línea es en extremo delgada. Milei abusa de un estado de gracia, forzando a fondo la máquina y sin registrar que se mete con temas muy sensibles para la sociedad, como la corrupción o los jubilados. Por ahora sus bravuconadas le salieron bien, pero juega con fuego. No es esperable en él otra actitud, pero el año que viene deberá rendir cuentas ante la sociedad en las urnas.