Este martes estuvo signado por la 30° Conferencia anual de la Unión Industrial Argentina, que se desarrolló en el Centro de Convenciones porteño. El Gobierno nacional mostró un fuerte desprecio para con el sector, y las ausencias tanto de Javier Milei como de Luis Caputo fueron de los más resonante de la jornada, junto con las picantes declaraciones del titular de la UIA, Martín Rappallini, quien afirmó “no queremos protección, queremos que nos respeten”. La tensión se da en el marco de los últimos anuncios del Gobierno en materia de desregulación y apertura importadora, un camino tantas veces recorrido en la Argentina y que siempre llevó a una crisis del sector productivo e industrial.

José Ignacio De Mendiguren, el “Vasco”, es un gran protagonista de muchas de las batallas del sector desarrollista en ese camino pendular del país. “Frondizi hablaba de la batalla por el desarrollo, que hay que darla contra el club del subdesarrollo que quiere llevarse la materia prima, y que tiene la estrategia de demonizar a quienes impulsan esa transformación desarrollista”, recordó hoy ante Diagonales quien supo ser ministro de Producción, secretario de Industria y presidente de la UIA, entre otros cargos y funciones.

El dirigente industrial de las filas del Frente Renovador compara el país de Milei con el de los '90, resaltando que “ahora tenemos todo lo que el mundo necesita, es imposible que hoy hagas fracasar a la Argentina”. Pero critica el modelo económico del RIGI que nos hace “más parecidos a Nigeria que a Noruega”, destacando que “no se escuchó hablar al Gobierno ni una sola vez de las necesidades de la industria”. Rescata que el principal problema de la Argentina no es de costos sino de ingresos, y plantea el núcleo del problema: “No hay uno sólo en el Gobierno con una cabeza productiva esté pensando en cómo crecer”.

¿Cómo ves la situación económica y productiva del país de Milei?

- Con varias diferencias, es lo que ya hemos vivido otras veces, donde para lograr una estabilidad macroeconómica, que es el objetivo de todos, se utiliza el camino del ajuste, que trae altos costos sociales y el riesgo de la destrucción de activos productivos a futuro. Para nosotros el camino para lograr esa estabilidad macroeconómica es otro, el del crecimiento económico y el aumento de los ingresos, que fue el camino de la crisis del 2001. El camino del ajuste entonces, donde estaban los mismos que hoy, Cavallo, Patricia, Stturzenegger, que fue por el mega canje, el déficit cero, etc., no tenía un reflejo en la economía real. Duró mientras le prestaron plata y después llegó la peor crisis de la historia argentina. Para salir de esas crisis hubo un gran acuerdo político para elegir el otro camino, el de la producción y el aumento de los ingresos, que generó el proceso más largo de crecimiento de la historia argentina entre 2002 y 2011. La prioridad se puso en el arranque de la economía, con tres patas, tipo de cambio competitivo, baja inflación y superávit. Hoy se eligió el modelo del ajuste, que no es sustentable más allá de algunos resultados en el corto plazo.

¿Cómo van a impactar las nuevas medidas económicas?

- La Argentina está ante un panorama internacional espectacular. El mundo está en una crisis estructural con respecto a los recursos que tenemos. Vaca Muerta, el litio, el agua, las proteínas, energías renovables, economía del conocimiento. Y el mundo va a utilizar esos recursos, la demanda va a estar, el desafío es qué vamos a hacer nosotros con eso. ¿Vamos a vender litio o baterías? ¿Vamos a exportar gas o a desarrollar el polo petroquímico más competitivo del hemisferio sur? La discusión es entre ser propietario o inquilino de esos recursos. Ejemplo: Gas tienen Noruega y Nigeria, mirá lo que hizo uno y el otro. Noruega desarrolló la industria de bienes de capital y se convirtió en uno de los países más desarrollados del mundo. Nigeria implementó un modelo como RIGI. Acá estamos más parecidos a Nigeria que a Noruega. Con el RIGI se les está dando a los capitales internacionales más de lo que pidieron, muchas inversiones ya se estaban desarrollando acá antes del cambio de gobierno.

¿Ves similitudes con el país del menemismo y principios de los 2000?

- En el 2001 Argentina tenía soja, maíz y trigo. Ahora tenemos todo lo que el mundo necesita. Es imposible que hoy hagas fracasar a la Argentina, el tema es que con el esquema actual, en vez de entrarnos 100, nos van a entrar 30, todo lo otro se lo llevan para afuera. Y esa diferencia, que la estás regalando porque nadie te la pidió, es el remedio de los jubilados, es tener buena educación, buena salud, salir del déficit permanente.

Hoy desde la UIA le reclamaron respeto al Gobierno. ¿Cuál es el lugar de la industria en el esquema de Milei?

- No se escuchó hablar al Gobierno ni una sola vez de las necesidades de la industria. No hay país desarrollado del mundo sin una industria manufacturera pujante. Acá se define palar el litio y exportarlo como está, en lugar de agregarle valor por 50 veces industrializándolo, y generando todos los puestos de trabajo que eso significaría. Eso resume todo.

El Gobierno pareciera acompañar la eliminación del Impuesto País y la apertura a importaciones con un discurso en el que enfrenta a los industriales con los ciudadanos en tanto consumidores. ¿Lo percibís así?

- Absolutamente. El mundo quiere a Argentina como exportador de materias primas, quieren nuestro trigo, no nuestros fideos, y acá seguimos exportando el 85% del trigo a granel. Quieren litio, no las baterías, los cueros, no los zapatos. Es el viejo modelo colonial. Y hoy la ocupación es cultural, vienen a convencernos de vender el trigo y de no producir fideos o galletitas, vender el litio y no producir baterías, vender cueros y no hacer zapatos. Frondizi hablaba de la batalla por el desarrollo, que hay que darla contra el club del subdesarrollo que quiere llevarse la materia prima, y que tiene la estrategia de demonizar a quienes impulsan esa transformación desarrollista. Eso es atacar y desprestigiar a la industria. Eso hicieron los militares y Martínez de Hoz,  la famosa silla que se rompía porque era nacional mientras la importada era de mejor calidad. Pero lo que olvida ese sector es que un consumidor primero tiene que ser un trabajador, primero ganás un sueldo y después lo gastás, si no tenés el sueldo por más baratas que estén las cosas no vas a poder gastar nada.

¿Van a bajar los precios con estas nuevas medidas como promete el Gobierno?

- Quedó demostrado con los militares y al final de la convertibilidad que las importaciones subsidiadas, porque el atraso cambiario es eso, que el importador importa pero vende al mismo precio o 5% más barato que el productor local, no regala nada. Nunca se dio que bajen los precios. Porque, además, los primeros que salen a importar son los propios productores que se reconvierten y cierran las fábricas, pero los precios no los bajan. Entonces terminás reemplazando un taller con decenas de personas en un pueblo del interior, por un tipo que con dos celulares desde Once importa todo de China.

En el Gobierno te responderían diciendo que están “domando” la inflación, manteniendo el precio del dólar, aumentando los salarios en dólares.

- Yo lo llamo el populismo del atraso cambiario. El retraso cambiario es una droga en la que Milei está cayendo, que primero trae una sensación de riqueza, todos viajamos a Miami, veranear en la Costa Azul sale más barato que en Las Toninas, te da una sensación de estabilidad aparente y gana elecciones. Pero ¿cómo termina? Porque esa estabilidad no la estás generando con la entrada genuina de dólares, sino a través del endeudamiento. Si no se genera crecimiento y saldos favorables en la balanza comercial, es cuestión de tiempo, pero no aguanta.

¿Milei presenta alguna novedad en comparación con otras experiencias neoliberales o es una simple repetición de lo que ya se vivió en el país?

- Él no viene de un partido político y está convencido de este camino, que para mí es muy ortodoxo y extremista. Sus ideas no tienen una repercusión empírica en ningún mercado del mundo. Pero, además, montó un equipo donde ninguno tuvo ningún vínculo con la producción de bienes. El ministro de Economía ni siquiera es macro economista, es un trader. Hay una diferencia entre lo financiero y el financierismo. Lo financiero es necesario en todo proceso, el financierismo cree que la plata hace plata en sí misma. Hoy todo el debate de ellos está puesto en que si los bonos o los puts, y ninguno está preocupado por aumentar los ingresos. Argentina tiene un problema de ingresos, no solamente de gasto. En vez de preocuparte solo por gastar menos, por qué no te ocupás de producir el doble. Hoy el desafío del que nadie habla es cómo el país factura el doble con el litio, el gas, el maíz, las proteínas.

Espert fue durísimo para con los industriales. ¿Cómo se le responde a un Gobierno que trata de esa forma el mundo de la producción?

- Espert responde a los intereses que quieren seguir siendo un país primarizado, que no se industrialice y venda trigo, como la generación del 80. Lo que no entiende Espert, es que ese modelo cerraba porque había 4 millones de argentinos, se exportaban los cueros crudos y se podían importar hasta las boinas de los gauchos. Pero cuando hay casi 50 millones de argentinos, seguir con ese modelo primarizado es una locura. Hoy Argentina exporta a 400 dólares la tonelada e importa a 1600. No hace falta ser economista para darse cuenta que estás quebrado. En el equipo de Milei son todos teóricos que no saben distinguir un bulón de una tuerca, no diferencian una vaca de un ternero, no tienen ningún contacto con la realidad de la generación de riquezas. Yo le pregunto, “José Luis, vos además de hablar, ¿qué hiciste en tu vida? ¿Manejaste un consorcio, la cooperativa de la escuela de los chicos?”. Nada. Se meten en un Excel y piensan que resuelven todo. Son contadores. Cuando yo en mi empresa tengo un problema, me va mal, y llamo al contador, ya sé qué me va a decir: apagá la luz, comprá menos cosas, no te tomes taxi. Pero lo que tengo que hacer es llamar a mi gerente de producción, comercial, a discutir cómo aumentar la producción, cómo ganar nuevos mercados, cómo cambiamos los productos. Así sale un país. ¿Dónde está esa cabeza productiva en el equipo económico actual, que esté pensando todo el día cómo facturo el doble? No tienen uno solo.

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X de José Luis Espert

Sin embargo se dice que este es un Gobierno pro empresarios. ¿Vos qué pensás?

- Lo ves en el DNU, que es un plan de negocios. Los empresarios del petróleo, los mineros estarán muy contentos, los de finanzas están de fiesta, pero el campo no está muy contento, los pymes no están de fiesta. Si en este período vos por no saber, por subestimar, destruís activos productivos, después volver a recuperarlos es muy difícil.

¿Porque el empresariado en general es tan condescendiente con Milei, e históricamente tan reactivo al peronismo, que suele ser quien implementa políticas de desarrollo y crecimiento?

- No hay unanimidad en el empresariado industrial argentino, y muchas veces muchos industriales le vendemos la soga al que nos ahorca. Lo primero que tiene que saber un industrial son las políticas que benefician a la industria y las que la perjudican. Cuando asumió Macri y sus primeras medidas fueron el libre ingreso y egreso de capitales, planchar el tipo de cambio y subir la tasa de interés, a mí ya no me tenés que explicar nada. Es la bicicleta financiera, y eso siempre terminó de dos formas para los industriales: mal o peor. Hoy estamos viendo más de eso mismo.

Algunos actores, entre ellos buena parte del peronismo, sostienen que este modelo se agota en sí mismo. ¿Cómo sigue y cuánto puede durar lo que estamos viviendo?

- No veo una crisis profunda porque, insisto, Argentina va a tener entrada de dólares, aunque sea un 10% de lo que le podría entrar. Pero esto puede durar. Yo la esperanza que tengo es que la oposición o el Gobierno puedan tomar consciencia de la oportunidad que tenemos. Y eso transmitírselo a la gente, que aún está muy enojada. Hay que plantear que hay otro camino al sacrificio para un supuesto paraíso que vendrá después y nunca llega. Ese camino es el de la producción y el crecimiento económico. El mundo está a los tiros en todos lados y acá estamos lejos de los cohetes y los misiles. Allá gane quien gane van a necesitar lo que tenemos, y en vez de concentrarnos en eso nos están llevando a la guerra y regalando nuestros recursos. Es incomprensible desde cualquier otra lógica que no sea la del club del subdesarrollo.