La derrota electoral del año pasado, y fundamentalmente la derrota política, pusieron todo en revisión al interior del peronismo. No hay espacio que no esté reconsiderando sus acciones del pasado, las alianzas construidas, las políticas que se defendieron y las que se dejaron de empujar, en pos de resolver una pregunta estructural: ¿cómo volver a conectar con una mayoría social que le dio la espalda al movimiento de masas que históricamente representó los intereses populares? Esa búsqueda, que algunos sectores abordan con mayor profundidad y responsabilidad política que otros, atraviesa inevitablemente a un peronismo deprimido y en buena medida aún desorientado.

El Movimiento Evita probablemente sea la organización social más grande del país. Con décadas de trayectoria política encima, la historia la encontró en distintos posicionamientos en lo que fue el devenir peronista post estallido del 2001. Tras un férreo apoyo a buena parte de los gobiernos del kirchnerismo, la emergencia y el ascenso astronómico de La Cámpora como estructura de poder hegemónica de ese espacio, con lógicas que la hicieron chocar con muchos sectores, tensionó las posiciones del Evita al punto de un inmediato divorcio con el cristinismo post 2015. Señalado junto a otros por negociar cierta contención del conflicto social durante el macrismo, lo concreto es que el Evita fue parte de la conquista del sector de la administración de los planes sociales, que Macri más que triplicó en la misma gestión en la que recortó un 20% el poder adquisitivo de los salarios, aumentó el desempleo y la pobreza.

Con un importante protagonismo en el gobierno del FdT, el Evita trazó en los últimos años una fuerte articulación con la CGT, constituyendo por un tiempo en la columna vertebral del proyecto emancipatorio de cierto peronismo frente al kirchnerismo, cuya cabeza era Alberto Fernández, el jefe de campaña de Florencio Randazzo cuando enfrentó a CFK en 2017 con el apoyo, entre otros, del movimiento social conducido por Emilio Pérsico. Frente a lo que terminó siendo la gestión de Fernández, el Evita fue parte del realineamiento impulsado por CFK que terminó con la candidatura de Sergio Massa.

Hoy la organización mantiene un fuerte arraigo territorial en muchos lugares del país, gobierna distritos importantes y tiene funcionarios en el Gobierno de la PBA. Como todo el peronismo, la tensión entre La Cámpora y Axel Kicillof impacta al interior del Evita, donde conviven distintas miradas sobre el qué hacer del presente en función de qué futuro. Diagonales consultó a una decena de dirigentes de distintos sectores del movimiento a partir de una pregunta: ¿Huevos en las dos canastas o grieta interna en la organización? Aquí, algunas respuestas.

El Movimiento Evita entre Kicillof y Máximo Kirchner

FIN DE CICLO

En medio de tantas dudas que recorren al campo popular, al Movimiento Evita lo une una certeza que aparece tallada sobre piedra en todos los testimonios. “Hay un ciclo totalmente agotado, la dinámica del palacio fracasó porque no resolvimos los grandes problemas, no estabilizamos el país, no generamos una perspectiva de producción, la concentración económica es brutal, y la desigualdad avanzó”, sentencia un dirigente de la organización. “Es un momento recontra de fin de ciclo. Todo el mundo lo sabe y nadie se resiste a eso, hay una discusión grande en los cuadros militantes”, agrega otro.

Esa sensación fin de ciclo, que en mayor o menor medida recorre a todo el peronismo, es el humus del que brotan los debates en el Evita, apuntado a la crisis de representación de la dirigencia peronista para con los sectores populares. Y allí se señala como un elemento determinante  la dinámica del uso de la lapicera que un referente define como “dedocracia”. “Contra la dinámica política del dedo ya nos revelamos hace años, hicimos lo de Randazzo en un momento que había que hacerlo, tomamos la decisión de ser independientes y todo el movimiento sabe que el Evita toma decisiones de participar en ámbitos donde puede discutir la política”, sintetiza un referente.

“El peronismo está en un momento de enorme confusión, sobre todo después del episodio Alberto Fernández, y en ese contexto el Evita está dando la discusión para que el peronismo sea consciente de los errores que cometió y diga un basta permanente de candidatos y candidatas que supuestamente son los expertos de la conducción del Estado y la política y después nos llevan a la ruina”, agrega un dirigente importante en la estructura de la organización. Otro, desde suelo bonaerense, lo define con mayor crudeza: “Si se vuelven a juntar arriba del tren fantasma, habrá que plantear otra cosa”.

El Movimiento Evita entre Kicillof y Máximo Kirchner

La crisis de legitimidad de la dirigencia frente a su pueblo es algo que el Evita viene poniendo sobre la mesa hace tiempo. De ese planteo surgió el año pasado La Patria de los Comunes, el partido político que armaron juntos a otros movimientos sociales para buscar potenciar a los referentes surgidos de los territorios, tanto en las listas como políticamente, ante la certeza que la lapicera podía dejar a muchos afuera, como tantas otras veces, para priorizar exponentes de lo que Milei denominó como “la casta”. De hecho, no fueron pocos los distritos en los que la organización tuvo que ir con sus candidatos por fuera de las listas UP.

Un dirigente expone la posición del movimiento social en esta nueva etapa: “No vamos a ser parte de un espacio donde se cierre todo entre cuatro paredes y nos quieran conformar con un lugar en una lista. Nosotros queremos discutir la política para representar a nuestro pueblo en un contexto muy difícil de la Argentina”. Otro, explica que “lo que se está discutiendo es cómo nos insertamos a futuro en una construcción política que se parezca a su pueblo”. Para graficar su planteo cita al Papa Francisco, “un pastor tiene que oler a oveja”, y remata, “mucho peronismo viene oliendo demasiado a perfume importado”.

AXEL O MÁXIMO, ¿ESA ES LA CUESTIÓN?

Una discusión atraviesa hoy por hoy a prácticamente todos los espacios y la militancia popular y peronista en el país: ¿Qué hacer frente a esa crisis de representación inocultable? Para muchos, la respuesta tiene asiento en el Sillón de Dardo Rocha y se llama Axel Kicillof. Potenciar y empujar el liderazgo y la figura del dirigente que juntó millones de votos y ocupa uno de los lugares institucionales más pesados del país, es quizás la estrategia más clara dentro de la confusión y la dispersión peronista. Paradójicamente, uno de los sectores más reticentes a volcarse de lleno a ella es el que conduce Máximo Kirchner. La discusión, por supuesto, también atraviesa al Evita, que tiene desde funcionarios en el Gobierno bonaerense hasta referencias centrales muy cercanas al presidente del PJ de la PBA.

“Esta crisis y el reseteo inminente de la dirigencia política es una oportunidad para plantear otra cosa, un modelo, un programa y una agenda con nombres propios. Hoy la Argentina tiene un nombre propio como Kicillof. En el corazón económico del país, como es la PBA, tenemos un dirigente muy relevante que va a tener un rol central en los próximos años. ¿El peronismo lo tiene que boicotear o lo tiene que ayudar?”, sentencian  en una de las veredas del debate. Para un sector del Evita resulta claro que la disputa de La Cámpora no es por una eventual candidatura presidencial, que ya el año pasado intentaron arrojarle a Kicillof, sino por la sucesión en la PBA. "El tema es si tenemos un candidato a presidente con peso en la PBA, o un candidato a presidente sin peso en la PBA”, sintetizan.

El Movimiento Evita entre Kicillof y Máximo Kirchner

Desde otro sector bonaerense plantean que “la cosa no es con La Cámpora o contra La Cámpora, sino si vamos a tener un proyecto distinto a lo que venimos ofreciendo y si se va a buscar ganar o a consolidar minorías. Nosotros apostamos a construir mayorías, si vamos a un escenario de consolidar minorías eso afectará nuestras decisiones”. En esa línea, sostienen “Axel tiene todo para ser, pero tiene que construir lo suyo y eso viene lento. Está perfecto que vaya a las provincias y junte a los compañeros, pero si eso después no lo sigue nadie, no sirve.”

Un sector con mejor relación con el diputado nacional plantea que “la lectura es otra, no es la interna de la interna. Nosotros creemos que hay que juntar a todos y que lo que hay no alcanza, hay que arrimar cosas nuevas. La crisis del peronismo y el campo popular es grande, entonces no es que hay arrimes, sino que hay diálogos con todos los sectores y creemos fuertemente en la unidad”. Desde esas posiciones, el principal reparo es la premura en la definición de una estrategia cerrada en un momento donde todo está en movimiento y en crisis.

Así lo explica un dirigente de la primera línea del Evita: “Hay una discusión álgida, compañeros que plantean que hay que construir alrededor de un candidato y otros que dicen “esperen, no adelantemos la jugada”. Nosotros decimos que esa es una discusión que viene después, que ahora tenemos que estar todos juntos y sumar actores. La discusión más urgente es cómo construimos unidad para enfrentar a Milei. Ahí es donde laburamos con más fuerza, esa es nuestra política y en eso tenemos buena respuesta de todos. Sin eso no vamos a poder hablar de la estrategia electoral cuando sea el momento”.

CFK Y “LOS TRES ÑATOS DE BLACKBERRY”, SIN VÍCTIMAS NI VICTIMARIOS

Una dirigente del Evita que tuvo que soportar la dinámica del uso de la lapicera que hoy suena a fin de ciclo agrega un elemento: “si bien puede haber matices entre Máximo y Axel, son dos compañeros que ordena Cristina, se van a acomodar cuando Cristina diga cómo se resuelve eso. No imagino que esa tensión se vaya a dirimir en un cierre de listas, los dos representan al kirchnerismo. Entonces no hay una tensión de estar en un lado o en el otro, pueden tener desacuerdos pero se van a ordenar bajo la misma conducción”.

Otro dirigente reconoce que “está el quilombo de Axel y Máximo, pero nosotros no vamos a elegir un bando, hasta hace dos minutos eran parte de un mismo espacio político”. Para él “Cristina no tiene más margen para ordenar el conjunto como siempre lo hizo”, y lo ejemplifica argumentando que “es un error que intente distanciarse de Alberto, es mucho más fácil asumir el error. Tienen que entender que hay otra forma de conducir si quieren seguir conduciendo, sino les va a costar mucho”. Tampoco ahorra críticas hacia el otro polo de la discusión: “Axel también. Cuando el Cuervo habla de tres ñatos de WTP, hay generaciones de militantes que crecieron con él como uno de los tres ñatos de WTP, él inventó eso. Antes eran los tres ñatos del Blackberry”, dispara.

Desde un sector de aceitada relación con el Instituto Patria apoyan esa mirada: “Podemos coincidir en un “déjense de joder contra Axel”, pero después ves a otros actores que hacen lo mismo del otro lado, y lo vuelven a hacer, y por acción o por omisión surge la pregunta, ¿los deja pasar el gobernador o los manda a hacer? Cualquiera de las dos cosas no están bien”. El dirigente pide entonces “no ser ingenuos, en este juego no hay víctimas de operaciones, están todos reordenando el poder”.

El Movimiento Evita entre Kicillof y Máximo Kirchner

Otro referente de peso en el Evita apoya esa mirada y le baja el precio al conflicto. Considera que el debate entre el kicillofismo y La Cámpora, que irradia al interior de la organización, es “una discusión genuina” y que “no es un problema que se esté dando”. En ese sentido, opina que “no existe una víctima y un victimario, siempre que hay una disputa hay los partes”. Una militante de un distrito bonaerense suma a la discusión planteando que “algunos de los que critican la lapicera quieren ser los que cierren las listas desde otro lado”.

Tal vez una buena síntesis de los planteos que recogió Diagonales a lo largo y ancho del Evita pueda ser la esgrimida por un importante dirigente en la estructura de la organización: “Si Axel demuestra que está construyendo un espacio político donde se puede discutir, donde son escuchadas nuestras propuestas y los planteos que llevamos sobre los problemas que el peronismo no termina de resolver, será un espacio atractivo. Lo mismo con Máximo. Pero todos tienen que entender que no se trata de elegir un bando para ver quién tiene la lapicera, si el Patria o la Gobernación, no estamos en esa discusión. El Evita no va a ser nunca más parte de un espacio político donde le tiren un cargo pero no discuta la política”.

“CANDIDATOS HAY MUCHOS”: ALTERNATIVAS PARA ENFRENTAR A MILEI

“Ojo que tu pregunta no contempla todas las hipótesis del Evita, ninguna de las partes expresa por sí sola toda nuestra política”, avisa rápidamente un dirigente ante la consulta de Diagonales por su posición frente a los dos polos que hoy se expresan en el peronismo. Para entender qué hay detrás de esa afirmación hay que hacer historia. La paliza electoral de CFK a Randazzo en 2017 reordenó las pujas al interior del peronismo y la erigió como la conductora que diagramaría el armado del FdT. La decisión del Evita de jugar por fuera del kirchnerismo en ese momento y por la que la organización fue muy criticada, hoy reaparece en muchos testimonios como un ejemplo de autonomía política que en este contexto de crisis y reacomodos en el peronismo es reivindicada como un valor.

“El Evita tiene una estrategia hace un tiempo que es construir su propia identidad, con autonomía política, desde la experiencia de Randazzo hasta lo que hicimos el año pasado en varios distritos, que fue potenciar a muchos referentes de los distintos territorios que están haciendo cosas muy importantes” afirma en ese sentido una referente de la organización. “Alberto fue presidente en 2019 después de haber sido jefe de campaña de Randazzo en 2017. Ahí hay un espacio que va a querer armar algo, promovido por gobernadores del interior. En varias provincias el Evita forma parte de alianzas con los gobernadores”, señala otro dirigente, apuntando a la posibilidad de articular con sectores del peronismo que hoy se paran por fuera de UP.

El Movimiento Evita entre Kicillof y Máximo Kirchner

“Juan sacó 9 puntos en el conurbano, es un candidato que va a tener un protagonismo en la etapa que viene y es un compañero nuestro”, afirma otro dirigente de la organización, sobre otra de las menciones que aparece con fuerza en el universo Evita: la de Grabois. El dirigente político y social, que comparte con el Evita la construcción de la UTEP y la ponderación de la Economía Popular, es visto como un emergente que planteó críticas a la política tradicional y perspectivas de renovación que se comparten en la organización. “La crisis de representatividad que él denuncia se la escuchamos decir a Axel, a Máximo, incluso a Cristina también, pero después reproducimos todos las mismas lógicas de construcción”, expresan en ese sentido.

Frente a esas cuatro patas de la posible mesa electoral del peronismo, la que sostiene el liderazgo de Kicillof, la que representan los cuadros de La Cámpora, la de un espacio de centro que incluya al peronismo no K y otros actores, y la de una renovación profunda encabezada por Juan Grabois, en el Evita sostienen que “hay discusiones que no están saldadas”. Pero reafirma que el movimiento social “no va a ser parte de un espacio donde no discuta el programa. Todos a su forma están atravesados por lo mismo, que es que si nuestra política no se ve representada y no formamos parte de la mesa para discutir, no estamos en ninguno de esos espacios. Eso lo pensamos todos”.

Con la unidad como bandera principal, tensionada por los debates internos pero firme en la mayoría de los testimonios, y con el enfrentamiento a Milei como la tarea del momento que unifica los esfuerzos, un dirigente sintetiza el momento actual del Evita: “¿Cómo no vamos a ser parte de la gestión Kicillof, que es el gobernador peronista en mejores condiciones? ¿Cómo nuestros compañeros que están ahí no van a ser oficialistas de Kicillof? ¿Y cómo no vamos a cuidar también la relación con el otro sector que encabeza CFK, que probablemente es el cuadro más importante del peronismo? Pero, en la misma línea, ¿cómo no vamos a empujar y validar las críticas que trae Juan Grabois a la política?, ¿Y cómo no vamos a intentar que un espacio del centro se articule con el peronismo, que es la única forma de construir una mayoría?”.

Las preguntas atraviesan a todo el campo popular y particularmente a un peronismo en plena recomposición. Las respuestas deberán llegar rápido si el objetivo es impedir la consolidación de un nuevo ciclo de saqueo y empobrecimiento del país.