Hace días que el país no habla de otra cosa que no sea el escándalo de la violencia de género que Fabiola Yañez denunció haber recibido por parte de su ex pareja Alberto Fernández. No es para menos. Los hechos en cuestión constituyen una bomba atómica en términos políticos y sociales cuya onda expansiva aún crece y es difícil saber dónde terminará. A pesar de las contorsiones por despegarse del ex presidente, lo cierto es que el escándalo alcanza y lastima a todo un peronismo que ya venía encontrando dificultades para hacer pie en el tsunami libertario. Todos los sentidos y valores expresados históricamente por el principal partido de los sectores medios y populares del país entraron en crisis, ante la triste y evidente realidad de que su dirigencia se mostró muy lejos de la dignidad necesaria para representarlos. Una vez más.

El peronismo entró a terapia intensiva por su sangrado interno. CFK osciló estos días entre fotos paseando por México y una condena a Fernández en la que termina hablando de ella misma y no asume la responsabilidad de haberlo puesto a dedo. La Cámpora condenó a los infiernos al ex presidente, olvidando cuántos de sus cuadros atravesaron denuncias internas, y cuántos de ellos mantuvieron sus lugares en la organización. Massa tuvo que suspender, una vez más y en estos meses ya van varias, su reaparición pública que estaba pautada para el sábado pasado y volvió a quedar en stand by. Kicillof transita un veranito en su interna con Máximo Kirchner, haciendo difíciles equilibrios entre el rol de principal opositor y la gestión de la PBA que, por ejemplo, lo llevó a perder la inversión de la planta de GNL de YPF y Petronas, intentando una renovación en tándem con Ricardo Quintela, gobernador de una provincia en la que volvieron las cuasi monedas.

La caída no tiene piso y el Gobierno la aprovecha. Porque la violencia contra Fabiola Yañez se suma a una serie de hechos y conductas, como la manipulación de los contratos por los seguros, o los comportamientos del ex presidente con mujeres durante el tiempo en el que tenía la responsabilidad de conducir un país en crisis, que configuran el combo perfecto y explosivo para el imaginario anti peronista construido sistemáticamente durante décadas por el sistema de poder argentino, y que cala hondo en buena parte de la sociedad. Hipocresía, corrupción, falsedad en los valores que se dicen defender, desconexión del palacio con la calle, entre otros ingredientes que Milei supo sintetizar con el significante más efectivo y certero de la política argentina de los últimos años: la casta.

El favor de Alberto Fernández y el peronismo a Milei: Ocultar la “Argentina Hambrienta”

EL FAVOR DEL PERONISMO

Va quedando claro, a medida que avanzan los meses, que el propio Milei quedó muy lejos de ser lo opuesto a esa casta que supo denunciar y la que el peronismo supo ponerle cuerpo. También, que la casta la componen fundamentalmente actores que orbitan fuera de la galaxia peronista, muchos de ellos hoy encolumnados en el Gobierno de La Libertad Avanza. Pero la derecha no tiene, nunca tuvo, pruritos en su accionar político. Siempre jugó y jugará con reglas distintas, mucho más benevolentes y olvidadizas, y esa cancha inclinada es una realidad que todo dirigente del peronismo debe aceptar y asimilar a su praxis. De nada sirve el llanto o la denuncia permanente por ese orden de las cosas, de lo que se trata es de encarnar una alternativa que desde su integridad y sus resultados resulte infranqueable para esa lógica de la doble vara.

Por eso es que, así como lo ayudaron a llegar a la Rosada, hoy desde el peronismo y con Alberto Fernández a la cabeza le hacen un invaluable favor a Milei. En una coyuntura que tiene al presidente a punto de cumplir un mes sin dar una entrevista, récord de silencio en lo que va de su gestión, la oposición hace el trabajo por él. Cuando el presidente no tiene nada bueno para decirle a la sociedad y se esconde hasta de las cámaras amigas, el peronismo le inunda la agenda de escándalos que alimentan la indignación para con los que ya gobernaron, único sustento real del Gobierno libertario.

La imagen de Milei, la de su gestión y las expectativas a futuro sufrieron graves deterioros en el mes de julio, tal como reflejaron un sinnúmero de encuestas y lo que explica la ausencia del presidente en los medios. Paradójicamente, la salida de esa situación le viene de afuera. Sus posiciones frente a las elecciones en Venezuela y los escándalos del peronismo ocuparon las últimas semanas en las redes de Milei, ofreciendo un salvataje temporario a los pésimos resultados de su gestión y una economía que, lejos del rebote en V prometido, no afloja en su desplome.

El favor de Alberto Fernández y el peronismo a Milei: Ocultar la “Argentina Hambrienta”

LA ARGENTINA HAMBRIENTA

El Instituto de Pensamientos y Políticas Públicas (IPYPP), un centro de estudios, investigación y formación perteneciente a Unidad Popular, elaboró un crudo informe sobre la situación actual de pobreza e indigencia a partir de los últimos datos difundidos por el Indec. Los datos son escalofriantes y revelan el verdadero país que el oficialismo intenta ocultar debajo de la alfombra de los escándalos ajenos.

En el semestre comprendido desde el tercer trimestre del 2023 y el primero del 2024, la pobreza saltó del 38,6% al 54,9%, un incremento de 16.3 puntos porcentuales. Ese salto es incluso superior al que pegó del primer al tercer trimestre del 2020, el peor momento de la pandemia, donde llegó al pico de 47%, casi 8 puntos por debajo del nivel actual. El IPYPP hizo incluso una cuenta más puntillosa, que fue descontar la incidencia del aguinaldo de diciembre, llegando así a establecer la pobreza en el 58,6% para el primer trimestre del año.

Entre octubre del año pasado y marzo del actual, con el epicentro en la devaluación y la disparada inflacionaria de diciembre, enero y febrero, un total de 7,8 millones de argentinos cayeron en la pobreza. Se pasó de 18.048.613 millones de personas en esa condición a 25.803.543. La gran mayoría de esa caída se dio en los primeros meses del 2024, donde según el  IPYPP y descontando el efecto del aguinaldo, se sumaron 6,2 millones de pobres, pasando de 21.275.888 personas a fines de diciembre a 27.526.005 a fines de marzo.

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El cuadro empeora significativamente si en lugar de considerar la pobreza se mide la indigencia. “El hambre, por su parte, trepó a un ritmo mucho más acelerado, más que duplicándose en el mismo período: en el 3er trimestre 2023 había en Argentina 4,7 millones de indigentes; seis meses después 4,9 millones de personas más cayeron bajo la línea de indigencia, llegando a un total de 9,5 millones de argentinos y argentinas que no logran alimentarse adecuadamente”, señalaron desde el instituto.

En términos porcentuales, la indigencia pasó del 10% en el tercer trimestre del 2023 al 20,3% en el primer trimestre de este año. Si se hace la misma operación de descontar el impacto del aguinaldo, el número total de indigentes asciende a 10,5 millones, 3,6 millones de los cuales corresponden a los meses de enero, febrero y marzo. “Así, la indigencia se encuentra incluso 10 p.p. por encima de mediados de 2020, en plena cuarentena estricta”, sentencia el informe.

La caída es transversal a regiones y categorías de asalariados, pero pega especialmente en los niños, niñas y adolescentes. Mientras en el tercer trimestre del año pasado 7.302.093 de los menores de 18 años eran pobres (55%), y  2.078.820 eran indigentes (15,7%), a fines del primer trimestre de este año ambas categorías sumaron alrededor de 2 millones de personas cada una, llegando al 70,6% de pobreza (9.314.720 de niños, niñas y adolescentes), y al 30,8% de indigencia (que se duplicó, alcanzando a 4.067.476 niños, niñas y adolescentes). Dicho de otro modo, 7 de cada 10 pibes argentinos son pobres, y 3 de cada 10 son indigentes en la Argentina del experto en crecimiento.

El favor de Alberto Fernández y el peronismo a Milei: Ocultar la “Argentina Hambrienta”

Si el problema del gobierno de UP fue la caída del salario, un escenario en el que ni tener un trabajo formal garantizaba llegar bien a fin de mes, el cuadro se agudizó peligrosamente con Milei. El porcentaje de ocupados pobres trepó al 44,7%, lo que significa que unos 9,3 millones de trabajadores asalariados no llegan con su sueldo a cubrir la Canasta Básica Total. Del tercer trimestre de 2023 al primero del 2024, cayeron debajo de esa línea unos 3,3 millones de trabajadores. Por otro lado, la indigencia más que se duplicó en este universo, alcanzando a 2,8 millones de trabajadores. En la Argentina de la libertad trabajar no parece ser un buen incentivo para ciudadanos que ni empleados alcanzan lo que necesitan para no ser pobre o poder comer.

Ninguna categoría se salva de la catástrofe. Entre los asalariados formales se dio la mayor caída, más que duplicándose la pobreza del 13,7% al 29,4%, y cuadruplicando la indigencia del 1,2% al 4,8%. Sin contar el aguinaldo, esos valores suben al 33,4% y 6,5% respectivamente. En los asalariados informales la pobreza creció 21,1%, alcanzando al 68,8% de trabajadores de ese sector, y la indigencia trepó 12,8%, hasta llegar al 24,7% de ese universo. Por otro lado, sumado al preocupante aumento del desempleo, el porcentaje de desocupados bajo la línea de pobreza pasó del 63,9% en el último trimestre del 2023 al 78,4% en el primer trimestre del año. La licuación de jubilaciones y pensiones llevó a que la pobreza crezca 8,2% en ese período, alcanzando al 28,2% de los jubilados, mientras que la indigencia en ese grupo social llegó al 3,7%.

A nivel regional, el mayor salto se dio en el NEA, con un aumento de la pobreza de 20,8 puntos, llevando el porcentaje al 65,5% de la población. El menor incremento se dio en la Patagonia, con un crecimiento de 14,9% y un total actual de 47,7% de su población bajo la línea de la pobreza. En el GBA, a su vez, la pobreza llegó al 55,1%. La indigencia más que se duplicó en el NEA, tocando el 25% de la población, y casi se triplicó en la Patagonia llegando al 13,5%. “Así, la indigencia llegó a los dos dígitos en todas las regiones”, sentencia el informe.

El instituto de Unidad Popular asigna estos resultados a una planificación por parte del Gobierno. Lo argumentan con el plan recesivo del oficialismo, post disparada de los precios, y la pérdida de incidencia por parte de subsidios y asignaciones. Por ejemplo, el Salario Mínimo estaba en $146.000 en noviembre, mientras que la Canasta Básica Total era de $126.361. A junio de este año, la canasta trepó a los $282.579, mientras que el salario quedó pisado en $234.315. Por otro lado, “la pobreza en hogares que reciben subsidios como la AUH y Alimentar aumentó de un 73% a un 86,8%, mientras que la indigencia creció del 21,9% al 42%”, lo que desde el IPYPP señalan como la muestra de la insuficiencia de las asistencias estatales, incluso en los sectores más necesitados.

El favor de Alberto Fernández y el peronismo a Milei: Ocultar la “Argentina Hambrienta”

DESPUÉS DE ALBERTO FERNÁNDEZ

El escarnio generalizado a Alberto Fernández continuará todo el tiempo que el Gobierno lo necesite para ocultar la Argentina Hambrienta, y todo lo que le lleve al peronismo encarar y consolidar un urgente y necesario proceso de renovación. El horizonte no parece prometedor en ese plano, con un kirchnerismo abocado a trabajar únicamente la agenda del juicio por el intento de magnicidio contra CFK, un ex candidato presidencial que aún no puede o sigue eligiendo no dar la cara en público, y una falta de articulación e iniciativa política conjunta en la totalidad del sector, salvo contadas excepciones.

Pretender encapsular el escándalo a las conductas y las “traiciones” de Alberto Fernández sería escribir con la mano lo que se borrará con el codo. El ex presidente llegó a la Rosada por una decisión unilateral de CFK, que exigiría páginas de reflexión a la luz de los resultados, pero que de mínima debería generar por parte de la ex presidenta algún tipo de relectura con su propia base en aras de recuperar legitimidad. También lo ameritaría el escándalo permanente que significaron las internas a cielo abierto durante casi todo el mandato del FdT/UP, que lejos de superarse hoy reaparecen con intermitencia entre los dos productos políticos más acabados de CFK: Axel Kicillof y La Cámpora.

Esas cuestiones, como los negociados que tiñen de oscuro los ideales, como la rosca ajena a los sentimientos del pueblo que fracturan el vínculo representante/representado, como la permanente auto referencia de la dirigencia que habla de sí misma y pierde la capacidad de escuchar a su pueblo, son eslabones de una cadena que llega hasta lo incalificable de Alberto Fernández y la tragedia de Milei. Si no se las entiende como un todo a desarmar y rehacer, como un habitus y una praxis de la política a la que Milei nombró como casta en su lápida funeraria, poco habrá para esperar del futuro cercano.

La crisis del peronismo encierra una oportunidad. Pero el baño de humildad para tomarla y avanzar en una reconstrucción de algo verdaderamente diferente es un esfuerzo o un sacrificio que habrá que ver cuántos están dispuestos a asumir. Mientras tanto, seguirán los favores a Milei.