La inflación metió segunda y volvió a aumentar para el disgusto del Gobierno de Javier Milei, que levantaba la bandera de la desaceleración como uno de sus principales estandartes de gestión y, sin embargo, ve escurrirse el capital político logrado con el relativo control del Índice de Precios al Consumidor (IPC). Las estadísticas lo confirman: la suba de precios se encuentra al tope de los problemas de la sociedad, incluso por encima del desempleo y de la pobreza, y dos de cada tres argentinos deben ajustarse para llegar a fin de mes.

La Inflación, el precio de los alimentos y otros gastos básicos de hogar se ubica en la cima de la pirámide de alertas en la cabeza de la población. Prácticamente la mitad de los argentinos, un 48,2%, acusa que la suba de precios es el problema “que más le preocupa en este momento”; por encima de otras luces rojas como los Bajos salarios e ingresos familiares o personales (40,4%), los Impuestos y aumentos de tarifas (33,7%) y la Inseguridad y la delincuencia (33,2%), reportó un reciente estudio elaborado por la consultora Proyección.

La semana pasada, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) anunció que el IPC marcó un 4,2% en agosto pasado y cerró a un 236,7% interanual pese a todos los esfuerzos del Gobierno libertario por controlar la macro, que se terminó disparando por el brutal tarifazo instrumentado por el ministerio de Economía de la Nación. El rebote significa una fuerte derrota para Milei, que levantaba la gestión económica como la principal bandera de una administración que sufre golpe político tras golpe político.

Los números relevados por el informe son más que preocupantes. En septiembre, dos de cada tres argentinos advirtieron que debieron “achicar gastos para llegar a fin de mes” o reportaron que directamente “no llegan a fin de mes”. Las dos categorías nuclean en conjunto a más del 66% de la población, el número más alto en cuatro meses. Para peor, solamente el 30,1% de los encuestados cree que “la economía de su hogar estará mejor” en los próximos seis meses, y un 43,3% sostiene que el rumbo de la economía es “incorrecto”.