Guerra fría entre Alberto Fernández y CFK pero con enemigos compartidos
Frío reencuentro entre el Presidente y la Vice. Ella lo acompañó de lejos en la entrada al recinto y no le regaló muestras de apoyo durante su discurso. Él revindicó su gestión y su moderación frente a las críticas K. Unidad por los enemigos en común: la Corte, los medios y el macrismo.
El Frente de Todos tuvo su última apertura de sesiones ordinarias en el Congreso de la Nación, al menos en este primer mandato, y la incursión del Presidente al Palacio Legislativo dejó de todo menos la sensación de que el clima político vaya a calmarse un poco, tanto al interior del Gobierno como afuera.
Con un discurso de unas dos horas en las que repasó más los logros de su gestión que las cuentas pendientes, Alberto Fernández dejó en claro que no aceptará terminar su mandato siendo la cara de una gestión fracasada. El Presidente defendió con uñas y dientes los tres años y monedas del FdT, con bombazos para la Corte y munición de menor calibre, pero munición al fin, para el kirchnerismo. CFK lo había recibido con indiferencia y su destrato para con su elegido en 2019 duró toda la sesión, en la que no se le escapó una muestra de apoyo, ni siquiera cuando Alberto Fernández fustigó a los enemigos que comparten. La oposición hizo su show habitual y los titulares del Supremo Tribunal, blanco de los momentos más picantes del discurso presidencial, activaron el modo estatua para no dar una sola mueca de humillación. Acuarela del país del Todos contra todos.
Ya desde temprano se fue configurando el escenario. Los micros que llevaron a la poca militancia que asistió para marcar un mínimo apoyo al Presidente fueron tomando posiciones en las cuadras linderas del Congreso, y las variadas procedencias y mensajes con los que llegaron pintaban las divisiones al interior del FdT. El Movimiento Evita, luego de amagar con no ir, aportó algo de su militancia pero bajo el aviso de que eso no significaba un respaldo a la reelección del Presidente. Algunos intendentes también movieron algo de lo suyo, y en las inmediaciones pudieron verse remeras y pasacalles con distintas orientaciones: desde el albertista Juan Zabaleta, hasta Fernando Espinoza, que hizo llegar la consigna “Cristina La Matanza está con vos” a la esquina del Congreso. Ya dentro del recinto, por el suelo y las escaleras unos pequeños volantes rezaban “sin proscripciones, Cristina Presidenta”.
Cerca de las 11 de la mañana la Presidenta del Senado llegó al recinto y abrió la sesión. Se conformó la comisión de recepción al Presidente, y minutos después Alberto Fernández llegaría al Congreso junto a su Jefe de Gabinete, Agustín Rossi, para ser recibido por CFK dicha comisión. El tan esperado momento de volver a ver juntos al Presidente y la Vice terminó siendo bastante insípido. Recibimiento protocolar y una caminata hacia el recinto en la que CFK tomó la delantera y se distanció uso metros de Alberto Fernández. Entraron separados, ella por delante, y sin muestra alguna de cercanía entre ambos.
No fue ni la primera ni la peor de las situaciones de destrato por parte de CFK hacia el Presidente en lo que va del FdT. La actitud de la vice continuaría durante la sesión, en gestos como no aceptarle a Alberto que le sirviera un vaso de agua o regalarle una mínima muestra de respaldo, ni siquiera cuando el Presidente habló del intento de asesinato en su contra como “uno de los episodios más desgraciados vividos en estos cuarenta años” de democracia y exigió a la justicia que profundice la investigación y juzgue a los responsables. “Le pido a la justicia que actúe con la misma premura con la que archiva causas en las que jueces, fiscales o empresarios poderosos asoman como imputados” lanzó el Presidente, sin poder arrancarle ni una mirada condescendiente a su Vice.
La sesión tampoco dejó, como sí lo hizo otras veces, una gestualidad muy incisiva por parte de CFK hacia Alberto Fernández. La líder del kirchnerismo sabía que todas las miradas estarían posadas en el más mínimos gesto de disconformidad para con algo que hiciera o dijese el Presidente, y evidentemente se cuidó tanto de no exagerar su descontento como de no mostrar el más mínimo apoyo. Apatía e indiferencia, pura formalidad, para no darle mucho de comer a los medios opositores pero marcar con claridad que vínculo parece roto y sin retorno. Ese mensaje lo completó la ausencia de Máximo Kirchner en la sesión, único diputado que pegó el faltazo a la última gran jornada institucional de Alberto Fernández como Presidente.
El primer mandatario también lanzó sus dardos. “Seguramente hemos cometido errores, pero tengo la íntima convicción de que sumamos muchísimos aciertos” lanzó Fernández como inicio del momento más incisivo para con sus socios políticos. “En este tiempo, escuché como una y otra vez criticaban mi moderación, pero con esa moderación fui capaz de...” fue la fórmula que precedió una suculenta enumeración de porotos que se anotó el Presidente, y que incluyeron enfrentar acreedores de deuda, ponerle el pecho a la pandemia, construir hospitales y conseguir vacunas, y salvaguardar la democracia en la región.
Tras esas menciones llegó la tibia mención que el Presidente hizo al tema central hoy por hoy para el kirchnerismo, la discusión sobre la proscripción de CFK. “Fui yo, con mi moderación, el que reclama y hace todo lo republicanamente posible desde hace años para que la Justicia argentina vuelva a abrazar al derecho y deje de servir a factores de poder persiguiendo a quienes representan el pensamiento popular”. La cara de la Vicepresidenta mostró sabor a poco.
En esa oda a su moderación, Alberto Fernández plantó bandera frente a las críticas kirchneristas y reafirmó su modo de hacer política y tomar decisiones. Si el kirchnerismo quería verlo terminar su mandato pidiendo disculpas por no haber ido más a fondo, el Presidente dejó en claro que no les dará el gusto y lo hizo sentado al lado de CFK. Terminando la secuencia, Fernández dejó otra frase que una lectura malintencionada podría tomar como una chicana: “Cuando finalmente deje mi cargo, podré dar cuenta de todos y cada uno de mis actos y nadie podrá atribuirme un solo hecho por el cual me haya enriquecido”.
Tras marcar sus posiciones en la guerra fría frentetodista, el Presidente pasó a una extensa ponderación de lo que fueron estos tres años y casi tres meses de mandato. Fernández destacó las políticas de crecimiento, generación de empleo, fomento de exportaciones, aumentos de la inversión, obras públicas, construcción de viviendas, tendido de de redes de agua potable, desarrollos científico, fomento a la economía popular y políticas sociales destinadas a los sectores más vulnerables. Para ello utilizó una de las fórmulas predilectas del macrismo: las historias personales.
En un palco especial, la organización ubicó a un ex combatiente de Malvinas, una trabajadora de la economía popular, un empresario, una médica generalista, una mujer que recibió una vivienda del Estado, otra que fue víctima de violencia de género y a través de Desarrollo Social pudo insertarse en el sistema productivo. Historias particulares, de carne y hueso, pensadas para generalizar el impacto de políticas públicas y lograr un impacto emocional con el mensaje.
A la par que Fernández iba contando esas historias y describiendo esas políticas, la transmisión del evento enfocaba a los ministros y ministras responsables de gestionarlas, en lo que pareció una decisión de resaltar quirúrgicamente a cada una de las carteras del Ejecutivo. De entre todos ellos, quien se llevó una mención especial fue Sergio Massa, a quien el Presidente agradeció su “compromiso” por dejar “la Presidencia de esta Cámara para venir a sumarse a la compleja tarea de conducir el Ministro de Economía”.
Massa observó el discurso desde un palco que compartió con otros ex presidentes de la Cámara Baja, que previo a la sesión recibieron un reconocimiento en otro salón del Congreso. En otros palcos pudo verse a referentes sociales y sindicales como Hugo Moyano, Esteban “el Gringo Castro”, Daniel Menéndez Y Luís D´Ellía; o intendentes del conurbano como Fernando Espinoza, Juan José Mussi y Mario Secco. También tuvieron su palco los organismos de derechos humanos, con Abuelas de Plaza de Mayo a la cabeza, a quienes Alberto Fernández reconoció especialmente recordando los 40 años de democracia.
En el tramo final de su discurso, y luego de la reivindicación de su gestión, llegó lo más picante por parte del Presidente. Con el federalismo como causa o como excusa, Alberto Fernández disparó contra la Corte Suprema y la CABA a raíz de la disputa por la coparticipación. “Los episodios recientes en la disputa por los recursos nacionales y su coparticipación con nuestras provincias hicieron evidente cual es el bloque de intereses tradicionales que pretenden consolidar las enormes asimetrías que aún existen en la Argentina” fueron las palabras que dieron inicio al momento más caliente de la jornada.
Alberto Fernández, que se reivindicó como “orgullosamente porteño”, expresó que la ciudad más rica y opulenta del país está recibiendo más recursos de los que les corresponden a partir de una intromisión de la Corte en un ámbito en el que no tiene competencia. Esto desató la furia de la oposición, cuyos legisladores eligieron distintas formas de manifestarlas. El bloque de Evolución, liderado por Martín Lousteau, se levantó y se retiró del recinto. Los halcones PRO, por su parte, comenzaron un recital de gritos e insultos con Fernando Iglesias a la cabeza que le imprimió un tono tragicómico a la sesión. “Insúlteme, es un enorme honor Iglesias, me enorgullece” chicaneó el Presidente, visiblemente incomodado por el diputado PRO. CFK evitó participar de la polémica y se mantuvo en la seriedad de toda la jornada.
El Presidente criticó con dureza lo que denominó una “intromisión de la justicia”, tanto en facultades del Ejecutivo, como definir las asignaciones presupuestarias, como del Legislativo, como la elección de sus representantes para el del Consejo de la Magistratura. “Lamentablemente, el Poder Judicial hace tiempo que no cuenta con la confianza pública, no funciona eficazmente y no se muestra con la independencia requerida frente a los poderes fácticos y políticos” disparó el Presidente ante la impávida postura de estatua de Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz, Presidente y Vice de la Corte respectivamente, que hicieron esfuerzos sobrehumanos para no mostrar una sola emoción en sus rostros en ninguna de las 39 veces que la transmisión oficial los ponchó mientras recibían los bombazos de Fernández.
Después de atender al Supremo Tribunal, Alberto Fernández fue a fondo contra el macrismo. “Los que atentaron contra la Constitución son los que armaban Mesas judiciales y perseguían con recursos estatales a jueces, a periodistas, a políticos opositores y hasta a sus propios compañeros. No pretendan ahora dar lecciones de institucionalidad y fervor democrático. Solo quiero dejar en claro quien respeta la República y quién no” fue uno de sus dardos más picantes contra lo que definió como “una organización” que “coronó su actuación con una condena en primera instancia a la Vicepresidenta de la Nación”.
El Presidente destacó que en el juicio a CFK “no se cuidaron las formas mínimas del debido proceso y se formularon imputaciones que rayan con el absurdo jurídico buscando su inhabilitación política”. Fue lo más cerca que llegó a la denuncia de proscripción que hace el kirchnerismo, casi finalizando sus dos horas de discurso.
Alberto Fernández terminó su discurso haciendo un llamamiento a sostener las políticas de crecimiento que su Gobierno impulsó, y con una proclama: “Hace cuarenta años, nuestra utopía fue la democracia. Yo les propongo que nuestra utopía hoy sea la igualdad. Lo digo y lo repito: la verdadera libertad nace de la igualdad”. Esas palabras, que en otro tiempo podrían haber sido música para los oídos de CFK, tampoco lograron arrancarle una expresión de acompañamiento.
Así cerró la última apertura de sesiones legislativas del actual mandato del Frente de Todos. Con un Presidente reivindicando su gestión y su forma de hacer política, delimitando enemigos comunes con el kirchnerismo como los medios opositores y la justicia adicta al macrismo. Con una Vicepresidenta y principal líder del frente apática e indiferente para con su compañero de fórmula, con el cual evidentemente será muy difícil recomponer el vínculo, tanto en lo político como en lo personal. Por ahora y por lo menos, ambos comparten ciertos enemigos en la lucha por su supervivencia dentro del sistema político. Habrá que ver cómo ese fino hilo que aún sostiene la unidad se traduce a una estrategia común para este año electoral, o si finalmente terminará cortándose en el discurrir de un año decisivo.