Otro día de violencia contra los jubilados: La Policía vuelve a reprimir en Congreso
Asado para la casta, gases para los jubilados: por tercera semana consecutiva, las fuerzas dispersaron la protesta de ancianos en el centro porteño. Varios manifestantes fueron atendidos de urgencia.
Asado para la casta, gases para los jubilados: en una imagen que muestra a las claras el contraste entre los gustos que se da la clase política y la violencia que debe sufrir la sociedad “a pie”, la Policía volvió a reprimir esta tarde a los adultos mayores que protestaron por tercera semana consecutiva a las afueras del Congreso. Una rutina bien de miércoles que sintetiza el vergonzoso funcionamiento del modelo libertario: el gas pimienta que utilizaron las fuerzas es más caro que la jubilación mínima.
Es otra tarde de terror en el centro porteño a raíz del “protocolo antipiquetes” diseñado por el Gobierno Nacional. Personal de salud independiente debió acercarse a las inmediaciones del parlamento para auxiliar de urgencia a numerosos jubilados que fueron gaseados por los efectivos policiales en medio de una nueva movilización en reclamo de aumentos a los haberes, luego de que la fórmula de actualización sancionada por el Congreso fuera vetada por orden del presidente Javier Milei.
“Las fuerzas de salud están auxiliando jubilados, acá hay otros que han sido gaseados… Es terrible, es terrible la violencia contra los jubilados. Es terrible lo que sucede cada miércoles”, expresaron los presentes durante el operativo policial que, por tercer miércoles consecutivo, avanzó con todo el rigor posible contra los abuelos autoconvocados en la Plaza de los Dos Congresos. Esta vez, la protesta tuvo un tinte especial: la evidente desigualdad entre la situación de los adultos mayores y la de la casta protegida por Milei.
La ironía resulta increíble y vergonzosa. Ayer por la noche, el Presidente cenaba con sus 87 “héroes” que le permitieron vetar el aumento a los jubilados en Diputados (algunos de los 87, ya que varios pegaron el faltazo por lo ridículo de la invitación). La comilona costó $20 mil por comensal, pagado, desde luego, con la “nuestra” a través de la remuneración de los legisladores, que sale de los fondos públicos. Asado, vino, pan y entrada: todo incluido.
Lejos de esa postal de bonanza, esta tarde las fuerzas reprimieron con gases a los jubilados que exigían un mísero aumento para sus asignaciones, en un contexto en el que el haber mínimo se encuentra por debajo de la línea de pobreza con el bono extraordinario incluido. La suba vetada por Milei significaba menos de $20 mil por cabeza para cada uno de los beneficiarios, que habrían utilizado el dinero para comprar medicamentos y comida. De yapa, el gas pimienta que usó la Policía es más caro que la jubilación mínima.