Agitada tras la polémica conversión de varios de sus dirigentes en libertarios la semana pasada, la Unión Cívica Radical (UCR) decidió suspender a los diputados que avalaron el veto del presidente Javier Milei al aumento de las jubilaciones hasta tanto el Tribunal de Ética del espacio juzgue la situación de cada uno de los implicados. A la mesa directiva no le cayó bien la decisión de los legisladores, que llegaron incluso a declararse “oficialistas” en medio del debate, por lo que la definición de hoy expone un momento de quiebre en el partido centenario.

Martín Arjol, Luis Picat, Pablo Cervi y Mariano Campero se encuentran, en rigor, apartados de su afiliación partidaria. Son cuatro de los cinco diputados díscolos que cambiaron su voto entre gallos -cuando se votó por primera vez el texto- y medianoche -cuando se debatió su derogación- en la Cámara Baja, que días atrás logró sostener por escaso margen el veto promulgado por el Gobierno Nacional contra las modificaciones en la fórmula previsional; una iniciativa del radicalismo que, sin embargo, terminó naufragando por el voto de sus propios legisladores.

Tras la rebelión, la mesa directiva de la Comisión Nacional encabezada por los dirigentes Gastón Manes y Hernán Rossi dejó en suspenso a los cuatro implicados, mientras que el quinto, el diputado José Tournier, no recibió sanciones ya que técnicamente no cuenta con una ficha de afiliación en la UCR. Sus casos serán tratados por el tribunal del partido junto a los de Roxana Reyes y Gerardo Cipolini, otros dos legisladores del radicalismo, quienes se ausentaron durante la discusión del veto a las jubilaciones.

La definición fue anunciada por el espacio este lunes acompañada de una resolución que justificaba la separación interna: “Al tratarse el veto presidencial, cuatro diputados nacionales afiliados a la UCR e integrantes de nuestro bloque se apartaron de lo que ellos mismos habían sostenido en la primera votación y acompañaron el veto presidencial, incurriendo en una grave inconducta partidaria, y generando un grave daño a la credibilidad y honor de nuestro partido”.

Junto a ello, el radicalismo mencionó: “Aún más graves fueron los argumentos esgrimidos durante la sesión y en los medios de comunicación, en el sentido de que se habían equivocado en los cálculos y que su brusco cambio de opinión se fundaba en la necesidad de garantizar el equilibrio fiscal”. Tal fue la explicación ofrecida, entre otros, por el diputado Campero, quien irrumpió con un efervescente discurso a favor de la gestión de Milei y durante la semana llegó a llamarse a sí mismo “oficialista”, en disidencia con la postura adoptada por el resto de la UCR.