La precarización laboral y los límites de la democracia
Milei vino a brutalizar lo que el fallido capitalismo argentino venía haciendo de manera más o menos silenciosa en los últimos diez años
La entrevista que brindó Javier Milei a la periodista estadounidense Bari Weiss del medio The Free Press marca una singularidad que debe ser tenida en cuenta para el análisis de este Gobierno. Si no hay una rectificación oficial, ningún esquema analítico sobrevive frente a un jefe de estado que declara "Amo ser el topo dentro del Estado. Soy el que destruye el Estado desde adentro”. Concretamente, esa declaración se ubica por fuera de los límites de la democracia.
Aparece una paradoja a prestarle atención. La reducción del déficit fiscal como herramienta macroeconómica, no se está utilizando para el saneamiento de las cuentas públicas. No hay "modernización" del Estado sino "destrucción" del Estado bajo la ilusión de que los capitales privados reemplacen sus funciones.
Esa es la clave de la racionalidad política de la crueldad: la reducción de la totalidad de la vida a un indicador macroeconómico que destruye lo público y donde es el mercado quien pone las condiciones de utilidad asignando quienes sobran y quienes no.
A decir verdad, Milei vino a brutalizar lo que el fallido capitalismo argentino venía haciendo de manera más o menos silenciosa en los últimos diez años. Asistimos a un largo periodo de precarización donde la mayoría de los/as trabajadores/as no tienen derechos laborales. Asimismo, la precarización laboral viene mostrando la peor de sus caras, porque el trabajo que más ha crecido en ese lapso es el cuentapropismo de subsistencia.
Estamos frente a un mercado de trabajo que en la última década se viene desangrando. Si a los que "sobran" no se los matizara como economía popular y/o con programas sociales, estaríamos frente a un desempleo en torno al 30% de la Población Económicamente Activa. La ley de bases en su apartado laboral no parece aportar soluciones. Por el contrario, profundizar la flexibilización y dar continuidad a la tendencia de la última década supone seguir agrandando las filas de la precarización.
Surge una pregunta que interpela al sistema democrático. Siendo que estamos en una sociedad donde la mayoría de los/as trabajadores no cuenta con condiciones de trabajo dignas ¿Cuánta precarización más puede soportar el sistema? La actitud temeraria de este gobierno parece dispuesta a traspasar los límites. ¿Qué sucederá cuando los que "sobran" sean la mayoría?