Mes a mes, se destroza la economía, pero los que siempre ganan en la Argentina, siguen ganando. Como si fuera una aspiradora de la riqueza que genera el país, dichos sectores se ven beneficiados por las medidas implementadas por el Gobierno. El resto de los argentinos, que votaron a este gobierno, sigue esperando que después del sacrificio, venga el país potencia. En esta humilde columna intentaremos pensar, sin repetirnos, que le está pasando a los argentinos.

¿CÓMO LLEGAMOS A ESTO?

Un gobierno que realizó el ajuste “más grande en la historia de la humanidad”, que reprime las respuestas a ese ajuste, y que empeora día a día las condiciones de los argentinos (podemos decir que mañana será peor), mantendría -según las consultoras de opinión pública- su performance del balotaje del último noviembre del 2023. La difícil situación que atraviesan los argentinos fue antecedida por situaciones previas difíciles también. La Argentina pasó por la gestión de Mauricio Macri, previo experimento de los mismos que nos gobiernan, luego por una gestión de Alberto Fernández diríamos “nini” (que no fue de lleno contra las reformas implementadas por el gobierno macrista) y por la pandemia y la sequía. Pero los argentinos ven crecer, año a año, el emprendedurismo y la precariedad laboral, y a su sombra una multitud de ellos tienen una relación con la comunidad y el Estado, diríamos incompleta. La fragmentación social y el sálvese quien pueda ( fenómeno mundial – mal de muchos consuelo de zonzos, diría mi abuela-) construye un mundo de desintegración y competencia. El Estado frenó ese proceso entre el 2003 y 2015, pero no pudo ser contra cíclico, con lo cual la tendencia general se mantuvo. Cada crisis que vivimos en estos años, parió una sociedad más desigual y por lo tanto fragmentada: Milei y el libertarismo es fruto de esa sociedad.

¿LA DERROTA DE LACLAU?

Ernesto Laclau, tucumano, ex izquierda nacional y catedrático en Essex, fue hegemónico para pensar el kirchnerismo y el resto de los gobiernos “populistas” de América Latina. Su tesis, simplificando, es que el discurso político construía un pueblo a través de sintetizar demandas y lo enfrentaba a los sectores del status quo. Era la forma de mostrar la capacidad de hegemonía política que esos movimientos habían generado en Latinoamérica. Muchos se sintieron solidarios con esa interpretación, bastante lograda por dicho autor. Pero la realidad es que esa síntesis, esa capacidad de construir un pueblo, se montaba sobre una sociedad, que en el caso de la argentina cada día se fragmentaba más. Donde discursivamente ya hay distintos lenguajes, cada día se habla diferente en distintos sectores sociales y eso se debe a que la fragmentada sociedad argentina, cada día tiene menos lugares comunes.  Y entonces ¿qué discurso puede ser articulador, cuando cada clase social, sub sector social, habla en otro lenguaje? Y es que, si la política es la política de las condiciones heredadas, las condiciones de esa política son cada día más limitadas. Si solo se suma a partir de una identidad (digamos peronismo) – para Laclau, significante vacío- esa identidad pierde condiciones de sustentación en la sociedad. Para decirlo más claro, el peronismo ya no define una política de los sectores subalternos, sino una forma de llegar al poder del Estado.

LA NECESIDAD DE UN SUJETO

La construcción de un nuevo sujeto diverso, que incorpore las demandas de todos los sectores castigados por esta cuarta ola neoliberal, necesita romper con los prejuicios heredados. Lo cual significa revisar en la Argentina en particular, las condiciones generados por el golpe de año 76 y su sucesor el gobierno de Carlos Menem, y en el mundo los mandatos autoimpuestos de la caída del Muro de Berlín. Esos mandatos parecen decir, se acabaron los programas estatistas y socializantes y solo el mercado regula la economía, que no es más ni menos que la casta de empresarios multimillonarios a nivel mundial que se enriquecen a costa de las mayorías. Ese fenómeno a nivel mundial, triste y desesperante, se agrava en la Argentina por su condición periférica.  Construir un sujeto es desprenderlo de los vicios del pasado, que no sienta que tiene mas que perder cambiando lo actual, que dejándolo como esta. Unión por la Patria que fue el representante de los sectores subalternos en la última elección apareció como el elemento conservador: “seguir haciendo lo mismo”; mientras que Milei, apareció como aquel que quería cambiar, sin embargo, era seguir haciendo lo mismo. Por eso la política que enfrente a Milei tiene que ser, sobre todo, programática y no debe temer decir lo que se va hacer. Miliei dijo lo que iba hacer, y era absolutamente disruptivo, como puede sonar cualquier planteo que presuponga un cambio necesario en la Argentina.

PIANTAVOTOS DE FELIPE II

Este dicho de Perón respecto de los doctrinarios nacionalistas del 30 (y que siguen en la Argentina actual), gente que sabe lo que hay que hacer, pero no suma un voto en la disputa política. Otro tanto podría decirse de la izquierda clasista. La realidad es un excremento de la idea, nunca termina de hacer lo que se le manda. Aclaramos esto, porque a diferencia de muchos y muchas que se olvidan de los pasos que se dieron por retrotraer la situación entre el 2003 y el 2015, esta columna tiene una evaluación positiva de dicha gestión. El problema es que se absolutizó ese momento histórico, se consideró que más no se podía avanzar y se lo adjetivó antojadizamente como “irreversible”. 

El tema es poder avanzar sobre temas tabú: gestión estatal y comunitaria de la economía, para contribuir al desarrollo de la Argentina. Romper con la idea que de la economía solo saben los grandes empresarios llamados habitualmente, mercados.

También discutir, con todo el respeto que nos merece la ex presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, la idea de que el peronismo y el bloque nacional y popular son capitalistas. ¿Qué significa ser capitalista en el 2024? ¿Lo mismo que en Manchester en 1860? ¿O en Berlín en 1930? ¿En EEUU en los 90? ¿China en el 2022?¿Significa abalar un sistema que es cada día mas desigual y fragmentario? ¿Significa aceptar para siempre que somos un país dependiente y periférico? ¿Significa el Estado empresario o Estado represivo que solo representa a los grandes capitales? ¿Ser capitalista es asumir que solo ganan los que merecen ganar, o que la ganancia tiene que ser para todos?

Otro tanto, pero ya en la vereda distinta de los sectores subalternos argentinos, son las bravuconadas del diputado gatopardista Miguel Pichetto, que habla de capitalismo moderno; no hay nada mas moderno que el capitalismo especulador financiero ¿eso querrá el diputado? A este último podríamos sumar en el concepto de piantavotos, dado que no hace más que perder elecciones y cantar odas a una Argentina que por suerte ya no existe.

MUCHO BLA BLA BLA

Y el lector podría decir, más palabras sobre palabras, lo claro de esta nota es que al autor no le gusta el gobierno actual y que tiene ribetes críticos hacia Unión por la Patria, en especial su rama política. Pero que tampoco le gusta el doctrinarismo de algunos “peronistas” y nacionalistas de manual. El autor también, como el lector piensa que se repite. Y es que la realidad también rebota sobre las condiciones de vida precaria de los argentinos y de los latinoamericanos (por qué no, de los habitantes del mundo). Construir con bases sólidas, esta es la propuesta de esta nota; que deben provenir de tener una programática común de los sectores subalternos y que debe provenir de ellos. Solo la articulación de la lucha social (los trabajadores, la economía popular, los profesionales) para frenar a este gobierno, y la articulación de un programa que pueda hilvanar la fragmentación social, con un proyecto programático de país, es la salida.

LOS VERDADEROS EXPROPIADORES

La nota tenia un tema y termino en otro. Pero es importante clarificar esta situación: supuestamente el peronismo, el socialismo, el populismo son expropiadores y empobrecedores, así son los argumentos del actual presidente. La realidad que las medidas económicas, legales, jurídicas implementadas por Milei, Caputo y Sturzenegger, además de presuponer la destrucción de la economía y por lo tanto la generación de menos riqueza social, presupone la expropiación de riqueza propiedad de los sectores menos pudientes, por los cuatro vivos que no conocen las crisis, porque siempre ganan. El capitalismo, tal cual lo conocemos en la actualidad, y quizás es el único capitalismo que conocen muchos de nuestros compatriotas, es expropiador y empobrecedor.