Mi nombre es Fernando Vacchina, soy de Pehuajó, Provincia de Buenos Aires, donde pasé mi infancia y adolescencia. Después estuve muchos años viviendo en La Plata, estudiando y trabajando. Pero siempre con el sueño o la intención de viajar y ver el mundo. Por una cosa o la otra ahora estoy viviendo en Dublín, Irlanda. Llegué con 32 años con el objetivo de mejorar mi inglés, que en ese momento era muy precario. Aunque en realidad el idioma no es más que un simple detalle para lo que implica esta aventura.

Descubrí una ciudad, para mi sorpresa, con una diversidad cultural avasallante. Por las calles podes encontrar personas de todos los rincones del mundo. Incluso en la escuela, tuve la oportunidad de hacer muchos amigos de lugares que nunca me hubiese imaginado tener. Un día me encontré compartiendo un aula con italianos, pakistaníes, franceses, alemanes y brasileros. Y después todo va cambiando, pero la secuencia se repite. Muchas nacionalidades en un mismo lugar, crea un intercambio exquisito.

Por otro lado, la vida acá es muy diferente. Los detalles más minúsculos, que nunca le hubiésemos prestado atención, se vuelven tu peor enemigo, por ejemplo, el clima. Parece exagerado, pero convivir con cielos nublados y llovizna continua, puede afectar tu humor y tu energía en el día a día. De ahí viene la costumbre de los irlandeses de los bares, música y lugares de ocio. Porque acá son los puntos de reuniones sociales. Así como nosotros ponemos el mate cada vez que llega un amigo, ellos tienen servida la pinta de cerveza.

En cuanto a personalidades, también encontré muchas diferencias. Si bien, los irlandeses son muy amistosos en la calle con los desconocidos, también son fríos para entablar relaciones. Tiene una fuerte influencia católica y eso influye mucho en su cotidianeidad, por ejemplo, todos los días importantes o festivos del país están relacionados con la Iglesia. Desde San Patricio hasta Navidad.

La arquitectura es bastante antigua, con colores grises y antiguas iglesias por todos lados. Eso de alguna forma hace que resalten más los parques y espacios verdes. Que vale destacar que son bellísimos y muy bien cuidados. Hay mucha vegetación alrededor de la ciudad. Desde espacios verdes de ensueño en el corazón de la ciudad como St. Stephen´s Green, hasta uno de los parques más grandes de Europa como el Phoenix Park, dónde podés encontrar ciervos, extensas hectáreas abiertas, zoológico, y la casa del Presidente.

Hablando de arquitectura, no se puede dejar afuera la problemática inmobiliaria que la ciudad presenta. Es muy difícil conseguir lugar donde vivir, se habla de una búsqueda que puede llevar meses. No solo por el precio, que es bastante alto, sino por la calidad y la cantidad de personas que buscan lo mismo. Aunque por esas cosas de la vida, siempre hay alguien que te da una mano y te recibe al principio. En mi caso fueron dos argentinos, que me integraron y me dieron un lugar para vivir, y con los cuales sigo teniendo una excelente relación hasta el día de hoy.

En cuanto a mi experiencia personal, he vivido momentos increíbles, conocido gente maravillosa, entablado una relación y crecido mucho emocionalmente. Sobran anécdotas en estos 11 meses, tanto las divertidas como las no tanto, que nunca faltan, pero que también son parte de una aventura.