A medida que se acerca la fecha del cierre de listas, las estrategias electorales, antes guardadas bajo siete llaves o apenas insinuadas, comienzan a perfilarse conforme corre el calendario electivo. Los potenciales nombres empiezan a ser más persistentes en los medios y paulatinamente aparecen con mayor frecuencia en los programas que, de alguna manera, se ocupan de la política; o bien asoman incontenibles las publicidades de quienes se muestran como exitosos gestores, en tanto otros eligen declaraciones fuertes que los posicionen políticamente.

Acaso también, por el anverso, se puede uno aproximar a  quien intuyen sus adversarios como posibles rivales, ya que aparecen los famosos carpetazos y las operaciones mediáticas que, replicadas hasta el hartazgo por algún medio amigo, no pasarían en algunos casos de simples rumores de no tratarse de un eventual competidor en un año electoral.

Mientras, por el lado de Cambiemos todo parece indicar que el Ministro de Educación Esteban Bullrich sería una de las principales apuestas del oficialismo en la decisiva elección bonaerense, con Gladys González y la ignifuga Graciela Ocaña como acompañantes de boleta. Por el lado del frente Renovador, en cambio, el juego de Sergio Massa aparece mucho más corto ya que para hacer una elección con aspiraciones debería ser candidato necesariamente o jugar a su principal aliada al día de hoy Margarita Stolbizer; la cual de todos modos, sin la presencia del nombre del tigrense en la boleta, no  la dejaría en lugar de pelearle mano a mano el primer puesto al peronismo, tal como indican las encuestas. Los rumores, de todos modos, ya hablan de un lanzamiento conjunto.

En el universo peronista la novedad en esta previa electoral parece ser la candidatura por omisión, para "preservar al candidato" como dijera una de las principales espadas, de Florencio Randazzo, a la sazón alguien a quien todos apuestan candidato en las PASO. No se lo ha visto en los medios masivos de comunicación desde que asumió Mauricio Macri, apostando casi a una construcción "ricotera" de su figura, mientras todo parece indicar marcha con decisión a jugar las internas. Si a la historia nos remitimos, las internas nunca han sido un mero trámite en el peronismo sino que, por el contrario cuando han sido en serio, siempre han dejado tela para cortar y mucha, como en la nacional julio de 1988 y la provincial de agosto de 2015.

Por el lado de los hipotéticos rivales del "Flaco" de Chivilcoy, la unanimidad que había hasta hace poco, dentro del cristinismo duro respecto de que la ex Jefa de Estado debía ser candidata comenzó a resquebrajarse. Algunos, no sin cierto tino, entienden que CFK no siendo candidata tiene "una vida más", incluso perdiendo la elección el FPV sin ella candidata, ya que una derrota no recaería sobre su persona de manera directa y, en cambio, si la situación económico- social se complejiza eso posicionaría necesariamente a la ex mandataria como la candidata natural alternativa al modelo macrista.

Por el otro lado, hay quienes entienden que para que haya 19, antes tiene que haber 17 y que un triunfo, que evidentemente dan por descontado, zanjaría cualquier discusión al interior del peronismo en lo que claramente es una posición más voluntarista que táctica ya que, a diferencia de la anterior, no tiene Plan B porque una derrota de CFK en la provincia de Buenos Aires sería su pase al sector pasivo de la política lo cual dejaría abierta las puertas justamente a quienes los cristinistas más obcecados se las buscan obturar.

Aunque a la fecha aún hay quienes todavía trabajan en la construcción de una boleta única, cosa que claramente evitaría no sólo desangramientos sino la posible migración de algunos de esos votos heridos a otras ofertas electorales. Hoy por hoy, el escenario de una PASO sin lista de unidad, parece ser el más realista. Por un lado Randazzo y por otro, ¿Cristina?, ¿Scioli?, ¿Magario? ¿Insaurralde? Claramente una boleta encabezada por la ex presidenta sería de una potencia mayúscula dentro de una interna, en la que todo parece indicar se garantizaría una victoria cómoda pero, en política como en la vida, nada es blanco o negro.

El armado de Randazzo tiene una pata gremial, algunos intendentes, tiene al Movimiento Evita de fuerte presencia territorial y a algunas figuras como Alberto Fernández y acaso de su mano pueda llegar Felipe Solá, quien todo parece indicar que ha limado las asperezas de antaño con su ex colaborador chivilcoyense.

En el caso de jugarse la patriada de la interna, aún perdiendo, Florencio podría mostrar un caudal electoral importante, conseguido a partir de que un oponente a la ex primera magistrada o a alguno de sus muletos, le daría la chance al ex Ministro de Transporte  de meter votos de afuera hacia adentro, sobre todo de la PASO del Frente Renovador mucho menos atractiva al presentar una sola lista; que luego no serían retenidos si Florencio no triunfa en la interna, lo cual levantaría las acciones del ex ministro de transporte y más si acaso su contrincante ungido en las PASO resultara perdedor frente al FR o al PRO-Cambiemos, lo que lo posicionaría automáticamente de cara a 2019.

En términos futboleros, una derrota digna para Randazzo es un excelente negocio y si quien le gana no campeona en octubre, el negocio para él es completo. Del lado de enfrente, por el contrario, si Cristina se decide a jugar sí o sí debe ganar. Sus posibles lugartenientes deben sobrevivir, los patrulleros de Magario y el increíble rebote del affaire Scioli- Berger, muestran que el camino a octubre no les será un lecho de rosas.

El último escenario es si Randazzo elige jugar por afuera, lo cual perjudicaría tanto a Massa como al FPV y de manera inversamente proporcional favorecería al PRO que, ni es sus más afiebradas elucubraciones, hubiera pensado posible que se concreten tres listas híper competitivas del panperonismo, que puedan restarse votos entre ellos y le permitan al oficialismo salir airoso en la siempre difícil elección bonaerense. Acaso entonces la máxima de "unidos o dominados" también sea aplicable no sólo al largo plazo en que expresara Perón, sino incluso en el tacticismo extremo de lo inmediato.