El año 2016 pasa a la historia como el año en que la lucha de las mujeres por terminar con la barbarie que día a día se desata sobre nuestras vidas, dio un salto hacia adelante.

Desde que la indignación popular se transformó en la gran gesta del 3 de junio de 2015 que fue la movilización más grande de la historia argentina puesta en pie exclusivamente en favor de los derechos de las mujeres, crecimos en organización, repitiendo una masiva movilización en junio de 2016, llegando a superar las 70 mil en el Encuentro Nacional de Rosario y poniendo en pie el primer paro de las mujeres el #19O a raíz del asesinato de la joven Lucía en Mar del Plata. El movimiento de mujeres no ha parado de avanzar y de organizarse.

Desde el Estado, a pesar de la contundencia del reclamo, sólo se produjeron intentos de distraer la lucha con falsas propuestas. Paridades de género que no están basadas en la defensa en la elección de las propias mujeres ni en la exclusiva defensa de sus demandas. Anuncios de la realización de casas refugio que, de concretarse, extenderán el proyecto privatizador del gobierno actual tercerizando a través de ONGs la asistencia.

El inmovilismo del gobierno nacional al respecto de dar respuestas ha sido total. Sólo en la Ciudad de Buenos Aires, se logró arrancar un triunfo. Sobre la base de una lucha constante durante todo el año de las trabajadoras de la Dirección General de la Mujer de la Ciudad que denunciaron el vaciamiento y el recorte de personal, lograron incorporar 25 millones para el presupuesto 2017 para la contratación de personal, un hecho único en medio de despidos y recortes. 

El incumplimiento de los gobiernos locales en montar campañas y dispositivos de atención ha sido la regla. La revictimización permanente en el ámbito de la justicia y el resto de las discriminaciones que de arriba hacia abajo se plasman en el cobro de un 27% menos de salario que los hombres, en el acceso a trabajos más precarios, en la doble explotación de la mujer en el hogar y en el mercado laboral, en la negativa a legislar en favor de la socialización de las tareas domésticas, de cuidado y de crianza, la clandestinidad del aborto, la entrega de los contenidos educativos al clero en materia de educación sexual y la pérdida de conquistas sindicales, son el enorme caldo de cultivo en el cual navega la violencia extendida socialmente.

En este océano de hostigamiento de parte del Estado, emergen como fruto de la lucha, la aprobación de la licencia por violencia de género en la PBA, un proyecto presentado por el Bloque del FIT.

Desoyendo el reclamo de las mujeres, la gobernadora Vidal ha dispuesto la suspensión de la firma de un protocolo de atención de aborto no punible en los términos exigidos por la Corte Suprema.  

El gobierno pasado no acusó recibo al respecto del reclamo elevó por entonces una propuesta de presupuesto nacional que no contemplaba ninguna campaña ni acción especial al respecto del tema. El gobierno pretende extender una práctica achacada en el pasado a sus competidores kirchneristas la tercerización de la asistencia a través de una red de privatizaciones que funcionarán como un método de cooptación de organizaciones de mujeres con el presupuesto del Estado.

Del otro lado, las mujeres hemos calentado motores durante todo el año habiendo protagonizado el único Paro Nacional que las cobardes conducciones sindicales no se han animado a convocar frente al ajuste que vivimos todos los trabajadores.

El año próximo lo recibimos con otro gran paro, que va a tener un alcance internacional, colocando la determinación de las mujeres por terminar con la violencia por delante.

Por cada una de nuestras demandas, por poner fin al asesinato de mujeres, el año 2016 pasará a la historia como el año del primer Paro Nacional de las Mujeres. El 2017, la apuesta se redoblará. NiUnaMenos El Estado es responsable. Basta de femicidios, violencia y discriminación contra las mujeres.