Al oír las primeras versiones periodísticas del femicidio de Mendoza, resulta inevitable recordar el caso del odontólogo Barreda. Si bien entre ambos existen muchos puntos de desencuentro, hay algo que se observa en los dos. Barreda racionalizó su conducta criminal aduciendo que las mujeres de su familia lo maltrataban y lo denigraban constantemente. Zalazar, por su parte, expresó una vez detenido, me hicieron sacar .  Ambos evidencian la imposibilidad de hacerse cargo . La culpa siempre es (o fue) del otro.

Otro punto que los asemeja es la ausencia de una construcción de su paternidad al momento del crimen. No existía un vínculo emocional paterno-filial. Si bien Zalazar no logra darle la muerte a su propia hija, se supo, por el tipo de heridas que la beba presentaba, que esa fue su clara intención. Incluso familiares de la madre de la menor afirmaron en diversas entrevistas que no sólo no la quería sino que habría negado su existencia. Mi hermana tenía prohibido sacarle fotos con él , sostuvo la tía de la beba. Una supuesta nueva pareja del femicida afirmó no saber de la existencia de esa niña. 

Por supuesto, de los datos que se van recogiendo de este profesor de Taekwondo se puede pensar un perfil psicológico. La ausencia de culpa nos hace pensar en una estructura psicopática, el tipo de arma usada da cuenta de cierta perversión, ligada a una especie de satisfacción en el uso de un arma que prolongue la agonía de la víctima. Se dejan al descubierto, a su vez, los indicadores narcisistas clásicos. Son sujetos que tienen una sobrevaloración de sí mismos e imposibilidad de tolerar la frustración que les genera el contraste de dicha auto-imagen con la realidad.

Sujetos que no reconocen al otro como tal, ¿sobretodo a la mujer? Algo de esto se juega si dirigimos la escucha a los audios de whatsapp difundidos. Hay que cagarlas a palos a todas , decía el homicida.

Sujetos que tienden a la destrucción y que pueden pasar desapercibidos en cuento a su estructura psíquica hasta que un hecho, desencadenante, culmine en un homicidio. Así lo sostuvo el menor testigo del múltiple homicidio estalló de pronto . A pesar de ello, en este caso se vislumbra cierta premeditación, sobre todo a partir de conocer que no había antecedentes de visita al hogar de su hija y que ésta, la única y última, fue propuesta por él mismo.

Para finalizar, y volviendo al inicio, por supuesto las acciones reconstruidas nos guían a pensar una posible estructura psíquica, sin embargo, será la pericia psicológica-psiquiátrica la que brinde una verdadera explicación de la acción homicida.