El vicepresidente de la Cámara de Diputados bonaerense, Manuel Mosca, se convirtió en un operador importante para el esquema de María Eugenia Vidal en la Provincia. Sin embargo, en el último tiempo, su avasallante aparición pública y su posicionamiento de estar constantemente en "campaña electoral" no ha hecho más que hacer tropezar a la Gobernadora en "peleas" en las que ha oficiado de escudero de Cambiemos

La más reciente lucha que tuvo que encarar fue la de la mediatizada división de La Matanza, que buscaba partir en cuatro al distrito más importante de la provincia de Buenos Aires. El trasfondo cambiar el mapa político bonaerense, ya que el municipio conducido por Verónica Magario es uno de los bastiones del PJ bonaerense y del que depende muchas veces consagrarse en la Provincia. Mosca encaró esa disputa como más le gusta hacerlo, dio entrevistas en televisión, radios y en portales digitales nacionales. Expuso a la Gobernadora en la peor situación que puede tener un político y es el de la derrota. 

Su constante aparición pública ante este debate tan complejo no hizo más que unir a todo el peronismo bonaerense en un mismo objetivo garantizar que el proyecto del GEN de Margarita Stolbizer de dividir La Matanza no se lleve a cabo. En consecuencia, María Eugenia Vidal quedó en una situación incómoda y decidió bajar el telón de la discusión, porque veía que tenía más para perder que para ganar. 

Los más allegados a la Gobernadora creen que Mosca debería bajar su perfil. Lo observan como si estuviera siempre en campaña. Sus famosas giras denominadas "Re Corriendo", en las que el legislador recorrió 21 ciudades de la provincia a través de actividades deportivas con distintos dirigentes políticos, le garantizó "prensa", incluso -por momentos- más que la que tenía la propia Vidal. 

Quizá el buscar ser más vidalista que Vidal o su ambición personal lo ha hecho sobrepasarse en sus funciones dentro del esquema político de Cambiemos en la Provincia. Mosca le ha provocado muchos dolores de cabeza a la Gobernadora, que se refugia cada vez más en hombres como Salvai para encarar los temas que considera más "sensibles".