“A muchos les falta el termómetro social de saber lo que les pasa a los argentinos de pie”
En un discurso en el que volvió a insistir en la mirada social de la gestión, en medio de un contexto económico de crisis, al calor del ajuste del Estado nacional y la recesión, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, no pudo ocultar las críticas de la Iglesia Católica para la actual conducción nacional. “O somos hermanos, o se viene todo abajo”, aseveró.
Las declaraciones del arzobispo que interpreta la visión pastoral y política alineada con el Sumo Pontífice se ve envuelta en un contexto de tensión entre el Gobierno y la Iglesia Católica. La polémica por los alimentos almacenados en depósitos del ministerio de Capital Humano sigue generando revuelo y el malestar quedó evidenciado en el discurso durante el tedeum por el Día de la Independencia en la Catedral Metropolitana.
Frente a un Milei que estuvo rodeado de todo su Gabinete y de la vicepresidenta Victoria Villarruel, que anoche faltó al acto oficial del Pacto de Mayo entre el Presidente, 18 gobernadores y dos exmandatarios nacionales, García Cuerva fue al hueso y marcó distancia con las políticas y el recorrido del Gobierno “libertario”.
“Como decía el Papa Francisco, hoy no hay tiempo para la indiferencia. No podemos lavarnos las manos con la distancia, la prescindencia, y el menosprecio. O somos hermanos o se viene todo abajo”, aseguró.
Señaló la necesidad de insistir “una y mil veces en forjar la unidad entre los argentinos, más allá de nuestras diferencias”. “Para la cultura del encuentro no hay límites, nadie es prescindible, nadie es descartable”, remarcó.
Mencionó la importancia de “dejar de lado los personalismos, y generar consensos y acuerdos que permitan a la creatividad y a la audacia abrir nuevos caminos”. Recalcó la necesidad de “jugarnos la vida por los que sufren, comprometernos con los más pobres y excluidos, viviendo la libertad de la mano de amor al prójimo”.
En uno de los pasajes de mayor voltaje político, el obispo oriundo de Rio Gallegos que reemplazo al cardenal Mario Poli en 2023 indicó: “Independizados de todo prejuicio y de todo rechazo al otro por pensar distinto, independizados del odio que nos enferma y carcome desde las entrañas, independizados de la corrupción, del ventajismo, de los privilegios de algunos a costa de la indigencia de muchos. Porque algo no está bien cuando tenemos dirigentes muy ricos y un pueblo trabajador muy pobre”.
A diferencia de lo que resaltó Milei durante el Pacto de Mayo celebrado en Tucumán, en el que enfatizó que la Argentina vive “un momento de quiebre” marcado por la “dificultad” y el “conflicto”, para fustigar a los gobernadores que no se hicieron presentes en la firma del acta de acuerdo, García Cuerva llamó a “no posicionarnos siempre desde los conflictos, la grieta y los enfrentamientos”.
“Si los congresales de Tucumán en 1816 insistían en sus diferencias en el modelo para la organización nacional o en sus distintas concepciones ideológicas, sin buscar consensos, todavía hoy estarían distiendo en la Casa de Tucumán. Aunque no sé si con los gritos, descalificaciones, expresiones vulgares y agresiones a los que nosotros tristemente estamos acostumbrados hace años.”, expresó.
García Cuerva indicó que “muchos argentinos están haciendo un esfuerzo enorme, que conmueve y que es esperanzador”. Para el arzobispo, este sacrifico puede ser “cascoteado con intereses mezquinos, con la voracidad del poder por el poder mismo”. “A muchos les falta el termómetro social de lo que viven los argentinos de a pie”, remató.
En otra de sus intervenciones, reflexionó sobre la crisis educativa. “No hipotequemos el futuro, demasiadas cosas ya hicimos mal en el pasado, de lo que nadie se hace cargo. Aunque el resultado es que en la Argentina 6 de cada 10 chicos son pobres. Niños con hambre que revuelven basura, chicos no escolarizados o con una instrucción demasiado básica, no pudiendo leer de corrido o interpretar un texto. Y la educación básica tiene que ser el primer objetivo de un plan de desarrollo. El hambre de instrucción no es menos deprimente que el hambre de alimentos. Un analfabeto es un espíritu subalimentado”.
En su última intervención el arzobispo de Buenos Aires no anduvo con rodeos para expresar los lineamientos de intervención que la Iglesia Católica ve como prioridad: “Aquella casa histórica de Tucumán es modelo para la Argentina de hoy. Que entren todos, que nadie quede afuera. Que no haya excluidos, que se agrande la torta. Que todos se sienten a la mesa de la dignidad, que todos reciban la mejor educación, que todos tengan un trabajo digno, que Argentina se ponga de pie y caminemos juntos detrás del objetivo común de construir la patria que soñamos, con libertad y paz, siempre enlazado por al solidaridad y la justicia”.