El presidente de la Nación Javier Milei volvió a afirmar esta semana, en una entrevista a Alejandro Fantino, que el tremendo ajuste que lleva adelante desde su llegada a la Casa Rosada se debió en gran parte al plan motosierra en el gasto público y que, lejos de atemperar los estrangulamientos presupuestarios, van a seguir “sin parar” porque “siempre hay algo para recortar”.

La nueva ola de despidos en distintos organismos del Estado, que en julio se contabilizan en 5.000 nuevas cesantías y se suman a los 25.000 que figuraban en los registros anteriores del Sistema Integrado Previsional Argentino, no le es ajeno a las instituciones de la salud que dependen de la administración nacional, bajo la mirada impávida del ministro de Salud Mario Russo.

Una de ellas es el Hospital Posadas que desde que comenzó el séptimo mes del año sufre un desguace inusitado. A pesar de ser uno de los centros de salud más destacados de la región, y figurar en el ranking HospiRank, elaborado por Global Health Intelligence (GHI), como uno de los hospitales mejor equipados de todo el mundo, los y las trabajadores que forman parte de los equipos profesionales del Posadas viven días de terror.

Soledad La Torre (42) es licenciada en kinesiología y en psiquiatría por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y forma parte de la lista de 92 despidos que arrojó la institución, bajo la dirección general de un conocido de la casa, que ya había estado en ese cargo durante la gestión macrista: el otorrinolaringólogo Pablo Bertoldi Hepburn .

A mí también me echó Milei (XI): “Creo que la población cree que están bien los despidos”

Soledad, mamá de cuatro niños, se vio en esa lista en la que nadie quiere estar, aunque su trayectoria la avala para que eso no sucediera. Desde el 2007 trabajaba en el Hospital Posadas. Tras la residencia de tres años, continuó como jefa de los residentes. Además de ejercer su especialización, participaba activamente en la formación de nuevos profesionales que llegaban desde la UBA.

Fueron 17 años de trabajo ininterrumpido y dedicación plena de parte de Soledad para el Posadas, que fue primera línea durante la pandemia de COVID-19. Los aplausos simbólicos de ese tiempo no se tradujeron en mejores condiciones laborales para ella.

Siempre estuvo bajo precaria modalidad de contratada, un triste “clásico” en el área estatal, en cualquier gestión de turno, que hoy afecta al 85 por ciento del hospital. Lo que antes era una necesaria renovación anual, encima ahora se convirtió en una revisión de contrato cada tres meses.

Soledad se unía así a los cientos de trabajadores en la institución que debían seguir renovando su vínculo, viviendo en la incertidumbre perpetua. Irónicamente, se ríe, incrédula, y reflexiona en retrospectiva: “A pesar de esto, estaba mejor que todos los monotributistas que vinieron después y que están desde hace mucho”.

A finales de junio, momento en que Soledad y decenas de otros trabajadores del Posadas debían renovar su contrato, la incertidumbre y el temor desembocaban en una nueva serie de dramas para ella y otras 91 personas, que recibían notificaciones por el sistema electrónico, donde se les informaba sobre las cesantías. Tuvo que intensificar el “pluriempleo” al que ella y tantos otros profesionales ya están acostumbrados, intentando llegar como pueden a fin de mes.

A mí también me echó Milei (XI): “Creo que la población cree que están bien los despidos”

¿Cómo era la estructura de trabajo en el Posadas hasta hace unos meses?

-La vida interna transcurría como siempre, con las mismas falencias de siempre. Aunque en el periodo de la pandemia la atención en terapia se incrementó y se inauguró otra terapia, que posteriormente a la pandemia siguió funcionando también. Yo me dedico a eso. Por suerte el kinesiólogo extra que nos habían puesto para la guardia por la pandemia quedó. Pudimos conformar un equipo de seis profesionales en la guardia. Cuatro estábamos en Adultos y dos en Pediatría. Cubríamos el servicio diario en las Terapias Intensivas; la Unidad Coronaria; la sala de internación de clínica médica, en el caso de adultos; la internación de Pediatría, en el caso de los chicos; y, las paredes externas de ambas guardias, tanto de Adultos, como de Pediatría. Contamos también con un kinesiólogo más en Pediatría para el refuerzo de infecciones respiratorias agudas bajas, por la epidemia de bronquiolitis, que se da todos años en época invernal.

¿Y con la llegada de los nuevos directivos, bajo la nueva gestión del Gobierno nacional? 

-Teníamos un poco de temor e incertidumbre por lo que podía ocurrir con nuestros trabajos. Eso mismo ya nos había pasado en la época de Macri, en la que también hubo despidos masivos. Prácticamente, se trata de la misma cúpula directiva que estaba en ese momento. Nuestros temores estaban fundados porque finalmente terminó ocurriendo eso que temíamos.

“NUESTROS TEMORES ESTABAN FUNDADOS PORQUE FINALMENTE TERMINÓ OCURRIENDO ESO QUE TEMÍAMOS”. 

Anteriormente a darse a conocer la ola grande despidos en julio, ¿esta nueva dirección del Hospital ya había tomado determinaciones polémicas?

-Venían haciendo descuentos excesivos en los sueldos con el argumento de que hacíamos minutos de menos en nuestro horario laboral, no por llegadas tarde, sino por ‘minutos de incumplimiento’, según ellos. Vuelvo a repetir: ‘minutos’. Cuando fuimos a preguntar el porqué de esos descuentos, el área de Recursos Humanos nunca nos atendió. Nos anotamos en una lista y nunca tuvimos respuesta alguna. Se trataba de muchos miles de pesos menos. Previamente a esto hubo 4 profesionales despedidos en el mes de mayo, a los que después se sumaron otros 88 a partir del 28 de junio.

A mí también me echó Milei (XI): “Creo que la población cree que están bien los despidos”

“EL ÁREA DE RECURSOS HUMANOS NUNCA NOS ATENDIÓ”. 

¿En tu equipo cuántas personas quedan?

-Nos echaron a mi compañera de guardia, que tenía 28 años de trayectoria en el Posadas, y a mí. Íbamos exactamente a la misma guardia de terapia, que era los días miércoles, así que ahí no hay más kinesiólogos. Quedaron dos kinesiólogos nada más en el sector de adultos, en la parte de terapia de adultos, y toda la internación de adultos para la guardia. Obviamente estimo que ellos deben estar sobrecargados porque hay dos personas menos. Es la mitad del equipo y una demanda altísima. La última vez habíamos firmado contrato fue del 1ero de enero al 31 de marzo. Y de esa parte para acá seguimos trabajando sin contrato.

“NOS ECHARON A MI COMPAÑERA DE GUARDIA, QUE TENÍA 28 AÑOS DE TRAYECTORIA EN EL POSADAS, Y A MÍ”. 

Apuntaron particularmente dentro de los más de 90 despidos contra profesionales de mucha carrera ahí adentro…

-Así es. Hubo otra médica despedida con antigüedad de más de 30 años. Se trata de gente formada, reconocida. Parte de nuestra función también es formar a los residentes, a los alumnos de las universidades que rotan por el hospital. Yo recibo por ejemplo a los estudiantes de la UBA. No tenemos explicación alguna de por qué se definió todo de esta forma. Simplemente nos comunicaron que cesaban nuestros contratos y que no había renovación. Esta era nuestra vida laboral: yo me recibí y al año siguiente rendí el examen de residencia, la hice ahí, y continúe trabajando en el Posadas. Toda mi vida es y fue en el hospital

“SIMPLEMENTE NOS COMUNICARON QUE CESABAN NUESTROS CONTRATOS”. 

¿Cómo crees que afectará la eliminación de los servicios a la salud que ustedes realizaban en el Posadas?

-El tema es que por supuesto todos los centros periféricos, ya sean instituciones provinciales, municipales, de todos los otros centros periféricos de zona norte y oeste, también se van a ver sobrecargados. Hoy el número de profesionales de este ‘monstruo’, que son 92, tal vez no genere tanto impacto en la atención. Pero a la larga, probablemente sí lo haga.

A mí también me echó Milei (XI): “Creo que la población cree que están bien los despidos”

¿Qué explicación le encontrás a este monumental ajuste en la salud pública?

-Yo creo que forma parte del desguace del Estado. Y dentro de todo lo que tiene que ver con lo estatal, por supuesto, también está incluido el desguace de la salud pública, y que todo termine recayendo en lo privado. Y esto se da en un momento económico del país en el que, en mayor o menor medida, esto afecta a todos. Y se da prioridad a un sistema de medicina privada que es solo para algunos. Yo creo que con el correr de los meses, esto literalmente va a ser solo para algunos pocos. Que el mensaje oficial sea el de afectar solamente al sector de la salud pública es llamativo.

“ESTE AJUSTE EN LA SALUD PÚBLICA FORMA PARTE DEL DESGUACE DEL ESTADO”. 

¿Por qué pensás que un buen número de la población votó a una opción política que abiertamente decía que ajustaría y desmantelaría todo lo público, lo que afectaría sin dudas a la Salud?

-Creo que la población cree que están bien los despidos. Porque esto forma parte también de esta campaña de desprestigio hacia los empleados públicos. Y, obviamente como empleados públicos, nosotros entonces entramos dentro de esa bolsa en la que muchos deben creer que realmente no hacemos nada, que somos ‘ñoquis’, y que no vamos a trabajar. Creo que la gente piensa que esto está bien. No conozco mucha gente que de verdad haga un mea culpa y diga ‘bueno, hasta acá, con esto, no’. Pienso que la gente, sobre todo la que no usa la salud pública cotidianamente, todavía considera que somos ‘ñoquis’ y que estamos bien echados o que ‘algo habremos hecho’, y que con estos 92 despidos se baja el gasto público, aunque esto casi ni genere un impacto real. En mi caso, ni siquiera tenía faltas por enfermedad.

“CREO QUE LA POBLACIÓN CREE QUE ESTÁN BIEN LOS DESPIDOS”. 

Siempre se sostiene que los trabajadores de la salud, sobre todo en el ámbito público, hacen “malabares” para poder realizar su tarea en contextos en los que faltan muchas cosas. ¿Qué recordás haber hecho con tus compañeros para mejorar su quehacer diario ahí?

-Con nuestros compañeros, por ejemplo, tuvimos que juntar plata y comprar una estufa, en un momento en que la calefacción no andaba. El frío había pegado tan fuerte que realmente no podíamos estar en la habitación. Hemos tenido que llevar sábanas muchísimas veces porque en este último tiempo ni siquiera había para recostarse. Ni hablar de costear los arreglos de cada cosa que se rompía, o la comida. Y ni hablemos de caminar por los pasillos, el frío ahí es insoportable.

No solo estuviste en el hospital bajo distintas administraciones nacionales. También te tocó estar ahí en plena pandemia, y la gente los aplaudía…

Todas las noches nos aplaudían. El trabajo en pandemia fue muy duro. Primero fue esperar que llegue la famosa primera ola. Había mucha angustia, preocupación, miedo, cuando había poco conocimiento sobre el tema. Eso fue muy duro, y una vez que todo esto llegó fue más duro todavía porque había que enfrentarse a esto. Nosotros trabajábamos con pacientes que tenían una carga viral muy importante, y el riesgo por la exposición que teníamos era altísimo. Teníamos mucho miedo principalmente por poder afectar a nuestras familias. Creo que eso nos pasó a todos. 

“EL POSADAS FUNCIONA POR EL AMOR DE LOS QUE TRABAJAMOS POR ÉL". 

Obviamente hubo trabajadores afectados, muchos médicos se han contagiado, y la han pasado bastante mal. Algunos, incluso, con un destino un poco más trágico. El laburo fue enorme. El sistema de salud no colapsó gracias al trabajo de la gente, por el corazón que la gente le pone a su laburo. Muchas veces las cosas no funcionan y lo ‘atamos con alambre’ para que las cosas funcionan igual. Estoy convencida de que el hospital, en parte funciona por el amor de los que trabajamos por él.

¿Hay una instancia de diálogo abierta con el Ministerio de Salud? ¿En qué situación están las negociaciones para reincorporarlos?

Se han tomado medidas de fuerza y una campaña de visibilización del conflicto. Puntualmente ya hubo once reincorporaciones. En principio, parecería ser así por goteo. Pero el desconcierto y la desesperanza son enormes. Ojalá que algún día pueda volver. Ojalá. Es lo único que quiero: mi reincorporación y la de mis compañeros.

“LO ÚNICO QUE QUIERO ES MI REINCORPORACIÓN Y LA DE MIS COMPAÑEROS”. 

¿Con qué momentos lindos te quedas de tu trabajo en el Posadas?

-Puntualmente, encontrarme con pacientes que los ves en la terapia, que pasaron por circunstancias en las que estuvo en juego su vida, que estuvieron muy graves, y que después los ves con mejoras. Como además de trabajar en la terapia intensiva hago la internación en clínica médica, cuando ya los veo ahí, y que algunos se acuerden que uno los pudo acompañar es sumamente gratificante. Otros no se acuerdan porque en ese momento no porque en ese momento los pacientes están bajo sedación, con respirador artificial y no tienen conocimiento. Pero después, cuando empiezan a recuperarse, y uno puede empezar a interactuar con ellos es algo muy gratificante, sobre todo después de haber pasado por situaciones tan críticas. Verlos en la internación, ver que están bien y tener la oportunidad de volver a participar en la continuidad de sus rehabilitaciones y que puedan irse a sus casas es emocionante. Muchos pacientes nos agradecen enormemente por lo que significó el haberles salvado la vida.