Con Milei copando el centro de la escena y fortalecido a un año de su asunción, el peronismo termina una semana errática. No tanto porque sus críticas no lograron hacer mella en el balance general y la discusión pública sobre el primer año de Milei, más allá de la victoria política con la expulsión de Kueider del Senado, sino por la devaluada imagen propia que dejó en dos instancias que a priori deberían haberlo fortalecido: la reunión del PJ bonaerense en Moreno y la asunción de CFK al frente del PJ nacional en la UMET.

Dos momentos que podrían haber mostrado a un peronismo revitalizado y tramitando en forma madura y conducente sus diferencias ya inocultables, sólo dejaron la imagen contraria, la de la profundización de esas diferencias y distancias, que ya dejan de ser una forma para convertirse en un fondo. Lejos de acercarse, la unidad quedó aún más entre algodones en un peronismo que gastó dos balas de plata y erró ambos tiros.

El primero fue el lunes pasado, en la previa del año de Milei, cuando Máximo Kirchner convocó a una Comisión Provincial al PJ bonaerense e invitó a CFK, a Kicillof y a Sergio Massa. El primer cara a cara público entre las tres principales figuras del peronismo (y sus sectores) tras la derrota del 2023 terminó con una foto de unidad forzada, reproches cruzados y un intercambio que casi escala hasta las piñas entre importantes dirigentes de dos de esos campamentos. El segundo tiro errado fue el miércoles pasado, cuando CFK asumió finalmente en el PJ nacional sin la presencia de Kicicillof ni ningún otro gobernador peronista, sin la CGT y en un acto cuya principal noticia fueron las ausencias.

Diferencias de fondo

En el kicillofismo no se disimula el enojo con lo que fueron esas instancias, ambas comandadas desde la tropa cristinista. El que lo expresó en las últimas horas con sinceridad brutal fue el ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense y uno de los principales armadores de Kicillof, Andrés el “cuervo” Larroque. El dirigente de La Patria es el Otro dijo en una entrevista en C5N que “no puede haber emboscadas, no puede haber convocatorias a las patadas, no puede haber chiquilinadas. La salida de esto tiene que ver con que todos los sectores del espacio den cuenta de lo que significa Axel Kicillof hoy en la Argentina, tomemos dimensión, porque si le vamos a faltar el respeto, si lo vamos a devaluar, estamos trabajando para nuestro enemigo, la realidad es esa. El problema no es él”.

Así se interpretan los últimos movimientos de La Cámpora y CFK en el kicillofismo. El gobernador tenía para el lunes pasado un acto armado en San Martín, en el que daría su balance sobre el año de Milei y profundizaría su lógica de oponer el modelo de gestión bonaerense al del Gobierno nacional. Ese acto estaba pautado para las 16 hs con una convocatoria importante, y unos días antes cayó la llamada de Máximo a participar en la reunión del PJ el mismo día en Moreno. El kicillofismo tuvo que aceptar y apretar su agenda a regañadientes, y en esa tesitura fue a dar el debate a un encuentro caliente en el que hubo cruces directos hasta con la propia CFK.

El Gobernador reclamó un apoyo más enfático a la gestión bonaerense, principal blanco de las agresiones del Gobierno nacional que, por ejemplo, adeuda 7.8 billones de pesos a la PBA. CFK recordó que fue ella quien puso a Kicillof de ministro y luego de candidato a gobernador cuando pocos lo bancaban. Larroque le respondió que nadie dudaba de eso, pero que lo que se plantea desde la provincia es un mayor apoyo en el presente, no una permanente referencia a esas decisiones del pasado. No fue lo más picante de la jornada.

Diferencias de fondo

En un momento el intendente camporista de Carmen de Areco, Iván Villagrán, cruzó a los funcionarios bonaerenses planteando cierta discriminación de la PBA para con su distrito, y particularmente a Walter Correa por inspecciones que el Ministerio de Trabajo realizó en forma sorpresiva en empresas de ese municipio. Larroque y Correa respondieron con vehemencia y hubo que calmar las aguas para que la cosa no pasara a mayores. “¿Vos querés que te avise para que vos le avises a tus amigos empresarios? ¿Para quién estás jugando?”, increpó el titular de Trabajo al intendente.

“Es como que vos tenés que estar agradecido de que te inviten y después tenés que acatar todo, incluso que te caguen a pedos, que te insulten, que te forreen. Así se manejaron toda la vida, la diferencia es que antes Cristina sacaba el 54% y la Argentina crecía 9 puntos anuales y ahora nos gobierna Milei, en parte por responsabilidad suya”, explican cerca de los ministros bonaerenses, desarrollando el concepto de “emboscada”.

En ese campamento peronista hay una percepción de que la dinámica de confrontación contra Kicillof excede incluso a una planificación por parte de la cúpula cristinista. “Conociendo como funcionan, ni siquiera es que los mandan, lo hacen para sumar puntos”, reflexionan en relación a la actitud de Villagrán, que no hace mucho repitieron otras figuras de alto rango de La Cámpora como el intendente de Lanús, Julián Álvarez. “Premian ser más papista que el papa, entonces hay muchos mirando todo el tiempo qué pueden hacer para que lo suban en el rango de afecto del dispositivo. Todo el mundo mira al jefe porque el jefe es el que define su situación. Entonces no importa si ante la sociedad estamos quedando como el orto, importa cómo quedás ante el jefe, y así nadie construye representatividad en ese sistema. Esa es la cuestión de fondo que hay que discutir”, sentencian.

Diferencias de fondo

Tras el episodio fallido del encuentro en Moreno, CFK asumía el miércoles en la UMET la presidencia del PJ nacional. Había allí otra oportunidad para intentar suturar algunas de las heridas que dejó el proceso que llevó a la ex presidenta a la titularidad del partido y dar una imagen de fortaleza. Pero, por decisión política o por mala praxis, el cristinismo terminó dando un paso más en la dirección que viene recorriendo, la de recluirse en su propio núcleo y fortalecerlo.

Kicillof fue invitado al acto con menos de un día de anticipación y se negó a suspender su agenda de gestión, que ese día lo llevó a varios distritos de la Cuarta Sección electoral. Tampoco asistieron otros gobernadores peronistas ni la dirigencia de la CGT, hoy por hoy cercana a las posiciones de Kicillof. “Fue una convocatoria muy mañana, muy precipitada. No hubo mucha intención de que estuvieran las presencias, si vos querés y tenés el interés de que alguien participe de un acto o una reunión, haces el esfuerzo pertinente”, sintetizó Larroque en C5N. “Antes a un acto de Cristina era imposible entrar, el otro día no conocía a la enorme mayoría de los que fueron. Fue un acto de mucha debilidad”, soltaron en la tropa bonaerense.

En este contexto el peronismo está llegando a las puertas de un año electoral clave. Con definiciones trascendentales aún por tomarse, por ejemplo si las elecciones provinciales serán o no concurrentes con las nacionales, si habrá o no PASO o si se modificará la ley que limita los mandatos de intendentes y legisladores, la paz no asoma en el horizonte. Más bien lo contrario, allí también hay diferencias de fondo.

CFK y Sergio Massa plantearon el lunes que no debe haber un adelantamiento de las elecciones provinciales, posibilidad que impulsan algunos sectores bonaerenses, porque el peronismo debe nacionalizar la próxima instancia electoral, planteando una confrontación general con Milei. Esa es hoy la principal discusión táctica, porque de su resolución se desprende la madre de todas las diferencias: la conformación de las listas.

Diferencias de fondo

“CFK no está discutida, pero de ahí a que pongas todos los candidatos en todas las secciones es otra cosa”, reflexionan en el campamento kicillofista, y agregan: “La Cámpora va a tratar de cerrar listas como hizo siempre. Axel nunca pudo meter candidatos. La diferencia es que ahora están debilitados y va a haber distintas boletas. Entonces va a haber distritos que va a haber acuerdos y unidad, y va a haber otros donde no haya acuerdos y habrá dos listas”.

En ese escenario, otra de las diferencias pasa el grado de apertura o de purismo que oriente la construcción de la oferta electoral peronista. Mientras los movimientos de CFK tienden a reforzar su núcleo duro para desde allí encarar luego las discusiones, Kicillof ya planteó esta semana la necesidad de una convocatoria amplia para conformar un frente anti Milei. “En lo que viene, él lo planteó, convoca a armar un gran frente político. Si somos siempre los mismos, si las imágenes son siempre similares, difícilmente generemos expectativas similares”, dijo Larroque en la entrevista con C5N. Quién tiene la potestad y la legitimidad para conducir, habilitar o vetar alianzas en las relaciones exteriores del peronismo con otros sectores es otra de las grandes discusiones.

Semana poco feliz para un peronismo que se acerca a un fin de año y al inicio de otro año electoral en un contexto impensado. Con un Milei más sólido de lo que la gran mayoría del sistema político pronosticaba, y con diferencias internas de fondo que hoy proyectan más dudas que certezas hacia el futuro. El desafío de ofrecer renovación y nuevas expectativas a la sociedad se impone frente a un armado libertario que basa su oferta en la promesa de un futuro mejor por oposición a un pasado decadente. Todavía enredado en las discusiones por las responsabilidades de ese pasado, el peronismo no termina de sintetizar su propuesta hacia adelante. La necesidad de agilizar ese proceso contrasta fuertemente con las últimas fotos entregadas, que de unidad tuvieron bastante poco.