La dinámica de la política argentina resulta realmente impredecible. Apenas una semana atrás, el peronismo se desangraba por el escándalo de las agresiones de Alberto Fernández contra Fabiola Yañez, el Gobierno festejaba comiendo pochoclos el reverdecer anti peronista y todo hacía pensar en un escenario que se mantendría en esos carriles al menos por un tiempo. Días después, el oficialismo se encuentra tal vez en la posición de mayor debilidad desde que llegó a la Rosada, con brutales derrotas legislativas que pesan mucho en lo simbólico, nuevas y potentes alineaciones en el flanco opositor y un peronismo que supo salir del centro de la escena y ni siquiera encabeza esas ofensivas, que tuvieron un nombre propio rutilante: el de Mauricio Macri.

La secuencia arrancó el miércoles temprano, antes de la sesión en Diputados que finalmente voltearía el DNU que le otorgó 100 mil millones de pesos de fondos reservados para usos discrecionales a la SIDE que maneja Santiago Caputo. El primer paso fue el nombramiento de Martín Lousteau al frente de la Comisión Bicameral de Inteligencia, órgano parlamentario encargado de controlar a la SIDE, en un acuerdo trazado entre el sector de la UCR que encabeza el senador porteño y UP, que cuenta con la primera minoría en dicha comisión. Pero, como en un tablero de ajedrez donde todas las piezas juegan, allí pesó también otro de los elementos determinantes de este momento: la interna entre el círculo íntimo de Milei y Victoria Villarruel.

Caputo quería al entrerriano Edgardo Kueider, que ya había negociado sus votos para la Ley Bases y el Rigi, al frente de la Comisión. Villarruel tenía su propio candidato, en articulación con el ex presidente y líder del PRO. La desinteligencia y las profundas diferencias en la cúpula del oficialismo llevaron a una rápida e inteligente movida por parte de UP. De la estrategia de erigirse en el centro de la oposición a Milei, que en varias iniciativas terminó limitando su capacidad de alianzas por el rechazo de otros sectores a quedar pegados al kirchnerismo, la tropa peronista se corrió de plano y dejó que el radicalismo de Lousteau encabezara el golpe al Gobierno que ellos empujarían. El impacto del movimiento quedó evidenciado en las palabras del vocero presidencial, Manuel Adorni, que en su conferencia del jueves calificó de "kirchnerista" a Lousteau, mostrando cuánto pegó en el oficialismo el haber perdido la posibilidad de encabezar una comisión que se considera estratégica.

El accionar del "Mago del Kremlin", como se hace llamar el asesor estrella de Milei, viene generando hoy por hoy más dolores de cabeza que goles a favor para la estrategia del presidente. Por su soberbia y el uso violento e indiscriminado de su ejército de trolls, sumados a su intención declarada por hacer implosionar al PRO y quedarse con sus dirigentes, Caputo logra lo que Milei no: alinear en su contra a un bloque mayoritario de los sectores que están fuera del Gobierno. El caso paradigmático es el de Mauricio Macri, y el ejemplo concreto fue el rechazo en Diputados al DNU de los fondos reservados para la SIDE (y por ende para Caputo).

El gato, el jamoncito y los dos tercios

LAS GARRAS DEL GATO Y EL JUEGO DE LA VICE

Macri dejó correr en los medios hace unos días una frase que le habría dicho al propio Milei: "te aviso que voy por Santiago Caputo". Milei respondió, también por los medios: "si creen que lo voy a sacar, están locos". El culebrón siguió más tarde en el recinto de la Cámara Baja, donde en apenas 17 minutos se consiguió el quórum para tratar, entre otras cosas, el rechazo al DNU que beneficiaba al asesor del presidente. El quórum se consiguió fundamentalmente entre UP (82 diputados), un sector de la UCR (16 diputados) y los ¿ex? dialoguistas de Encuentro Federal (11 diputados). Pero, y allí estuvo lo llamativo, el PRO también aportó 5 diputados y dos libertarias, Rocío Bonacci y Lourdes Arrieta, también ocuparon sus bancas para facilitar el inicio de la sesión. Más tarde explotaría el escándalo por el cual Arrieta sería expulsada del Bloque de LLA y denunciaría a un compañero de bancada por violencia de género.

A la hora de la votación, 156 diputados votaron por el rechazo al DNU, sólo 52 en contra y hubo 6 abstenciones. Macri juntó previamente a su tropa y ordenó el voto por el rechazo. No sólo eso, sino que el PRO emitió un comunicado en el que expresó que "este DNU de $100 mil millones para inteligencia, en un contexto en el que "no hay plata", y sin aclarar el uso de los fondos, no es el cambio". Guerra declarada que forzó una invitación de Milei a Macri a cenar milanesas en Olivos para intentar trazar puentes.

Pero ese gesto de debilidad del presidente no conformó a Macri. El jueves, después de ese miércoles agitado y la cena entre ambos, Macri volvió a ordenar su tropa para darle otro golpazo parlamentario al Gobierno con la sanción en el Senado de la fórmula jubilatoria que ya se había aprobado en Diputados. Otra vez el peronismo no ocupó el centro de la escena, y la nota de la sesión fue el aplastante resultado de 61 votos a favor del proyecto contra tan solo 8 en contra. La bomba hizo entrar estragos en un oficialismo que ya venía golpeado, y generó respuestas como la del ministro de Economía, que volvió a reafirmar que el superávit fiscal es innegociable, o la del propio Milei, que manifestó que vetará la ley votada en ambas Cámaras por amplias mayorías.

Milei tuvo que salir este viernes de un profundo silencio mediático de más de un mes, el más largo desde su llegada a la Rosada, y apuntó contra Macri por el veto al DNU de los fondos para la SIDE expresando que "me dio las explicaciones, la verdad que a mí no me resultaron satisfactorias". Con el daño hecho, el ex presidente jugó maliciosamente a desescalar la tensión entre ambos con un tuit en el que apoyó el veto de Milei a la ley que él mismo mandó a votar apenas unas horas antes. Lo único que dejó en claro el episodio es que la alianza entre el líder libertario y el del PRO no está tallada en piedra, y que si las ambiciones de Milei y los suyos pretenden llevarse todo puesto, incluso al armado de Macri, el ex presidente mostrará sus garras y tiene con qué hacerlo.

El gato, el jamoncito y los dos tercios

Varias derivaciones se desprenden de esta agitada semana política. En principio, la salida con todo a la cancha por parte de Macri. El ex presidente sintió que era el momento de jugar a fondo y le tiró al Gobierno con todo el arsenal que todavía conserva. De tibias críticas anteriores, pasó esta vez a impulsar una alianza parlamentaria con el peronismo, la UCR y otros sectores para marcarle límites hasta ahora inéditos al oficialismo. Una pregunta válida es si el gato mostró todas sus garras y dientes demasiado temprano, o si efectivamente la crisis interna del oficialismo sumada a una economía no deja de empeorar no configuran un escenario donde ya es más redituable para todos estar en contra del Gobierno que apoyarlo.

Otro aspecto central es la tensión entre el círculo de Milei y Villarruel, quien a su vez juega en tándem con Macri. En días donde los trolls de Caputo y hasta importantes figuras del Gobierno la destrozaron públicamente, la vicepresidenta no sólo no tambaleó sino que terminó afirmándose en sus posiciones. No sufrió el impacto por el escandaloso aumento en la dieta de los senadores, como sí lo había sentido la vez anterior. No se inmutó ante los ataques del entorno de Milei, y hasta cosechó ciertos elogios de parte del peronismo, por ejemplo los de Sergio Berni o Guillermo Moreno. La frutilla de ese postre fue el intercambio que sostuvo con José Mayans, jefe de uno de los bloque del peronismo en el Senado, que en medio de la sesión donde se aprobó la fórmula jubilatoria recordó el apodo de "jamoncito" que Villarruel le puso a Milei, frente a lo cual la vicepresidenta no sólo no se despegó sino que se prendió a la chicana a las carcajadas desatando, nuevamente, la furia libertaria en X.

EL JAMONCITO Y LOS DOS TERCIOS

Si los ojos se posan en el peronismo, el saldo de la semana también aparece muy negativo para el Gobierno. Con el escándalo Alberto Fernández apenas en pañales, UP logró que la agenda cambiara radicalmente y que de la descomposición peronista pasara a hablarse  de las internas del Gobierno y sus fracasos parlamentarios. No solo eso, el peronismo descubrió una estrategia nueva que podrá marcar sus futuras acciones. Sin necesidad de encabezar las causas contra el oficialismo, terminó siendo parte y artífice de acuerdos políticos con la UCR, el PRO y los dialoguistas para infringirle serios daños al Gobierno desde el Congreso. La chicana de Mayans en la sesión del jueves resulta ejemplificadora. El peronismo terminó dejando como un pobre jamoncito al presidente, en medio de torpedos que le llegaron desde todos lados, incluso desde LLA, y lo colocó en la ingrata posición de tener que defender el vetar una ley que mejoraría significativamente los ingresos de los jubilados.

El gato, el jamoncito y los dos tercios

Y aquí tal vez el hecho más significativo de toda esta novela: los dos tercios parlamentarios. La oposición quedó muy cerca de esa marca en Diputados, donde se necesitan 170 votos y el rechazo al DNU cosechó 156 y 6 abstenciones, y más que la superó en el Senado con la votación de 61 a 8 que aprobó la fórmula jubilatoria. Si Milei veta esa ley, el Congreso podrá reponerla juntando esos dos tercios en ambas cámaras. Pero no sólo eso. De consolidar esa mayoría, la oposición estaría en condiciones de voltearle cualquier iniciativa al Gobierno, e incluso de impulsar un juicio político contra el presidente. Se trata de escenarios muy complejos y difíciles de articular, pero lo cierto es que apareció en el tablero una ficha que hasta ahora no estaba y que el conjunto de la oposición jugó como un mensaje bien concreto en torno a la posibilidad de ponerle límites al Gobierno.

Esas fueron las garras que mostró Macri. Esa fue la autonomía que demostró Villarruel. Ese fue el éxito alcanzado por el peronismo, la UCR y los dialoguistas del centro. Dejar en claro que, frente a la descapitalización política del presidente y el Gobierno producto del pésimo rumbo de la economía, nadie aceptará sus impulsos imperiales ni los de su círculo íntimo. Importante reconfiguración del escenario político, que seguirá en movimiento y seguramente le permitirá al Gobierno recuperarse de los golpes de esta semana, pero que también deja nuevas alarmas encendidas para un oficialismo al que ya no solo le cuesta mostrar que controla la economía, sino que ahora también le resulta muy difícil exhibir que maneja la política, tal como lo hacía hace apenas unos meses. Y recién van 8 meses de gestión.