Milei perdió el Nobel de Economía: Qué dicen los que sí fueron galardonados
El Presidente despotrica contra los índices que calculan la desigualdad en las sociedades y el rol de los Estados nacionales para reducir la marginalidad. Pero en la hoja de ruta de su Presupuesto 2025 va en contra de los lineamientos mundiales para aumentar la riqueza.
“Si nos termina de salir bien, probablemente me den el Nobel de Economía junto a Demian (Reidel)”, habían sido las palabras del presidente Javier Milei cuando visitó el Instituto Liberal de la República Checa, en uno de sus tours “ultralibertarios”, que ya le han costado a la Argentina por lo menos unos 320 mil dólares solo en pasajes.
En esta conferencia que brindó Milei en junio, el mandatario refregaba con su habitual lenguaje técnico, que utiliza cuando no quiere ser entendido, el trabajo en el que avanzaba junto al jefe de asesores presidencial, el doctor en Física Demian Reidel. A la dupla “libertaria” la desvela innovar en la teoría del crecimiento económico.
Milei retomaba los aportes del autor clásico Adam Smith y, vía Escuela Austriaca, de Joseph Schumpeter y del estadounidense Premio Nobel de Economía Paul Romer. “Esta idea de que cada empresa, con la idea de la destrucción creativa, crea su propio monopolio y está todo el tiempo tratando de capturar rendimientos crecientes. Hacen innovaciones y se genera este proceso que Schumpeter describía como destrucción creativa, y es lo que nos permite ver el fuerte crecimiento", había asegurado el Presidente.
"Este tipo de cuestiones obviamente que son importantes, casi que les diría medulares. A punto tal que, con mi jefe de asesores el Doctor Demian Reidel, estamos reescribiendo gran parte de la teoría económica, para poder derivar optimalidad de Pareto, tanto estática como intertemporal, teniendo funciones de producción no convexas", aseveró.
"Es decir que, si nos termina de salir bien, probablemente me den el Nobel de Economía junto a Demian. Pero eso es parte de otra historia, porque corregiría este problema, desaparecería el conflicto entre la fábrica de alfileres y la mano invisible", dijo.
A pesar de la fanfarronada, el mundo le dio la espalda a Milei, y los trabajos académicos premiados con el Nobel fueron para intelectuales que buscaron demostrar la importancia que tiene el Estado para el desarrollo de las naciones. Los galardonados de este año están a contramano de la visión del economista de la Escuela Austriaca argentino, acusado de plagio en sus publicaciones.
En su paper, los autores Daron Acemoglu, Jacob Moscona y James A. Robinson muestran la importancia que tuvo el correo para que EEUU se convirtiera en potencia tecnológica mundial en el siglo XIX.
Milei, en cambio, apunta a que el Estado nacional se desligue del Correo Argentino y el CONICET. En el caso de las universidades nacionales, el Gobierno plantea su pase a las jurisdicciones provinciales, porque se trata de instituciones que aún cuentan con un amplio consenso social, y pagarían el costo político de decir que quieren privatizarlas.
En el best-seller “Por qué fracasan los países”, los economistas Acemoglu y Robinson sostienen que el Estado es vital para determinar las instituciones del país.
Plantean que pueden ser inclusivas, si apuntan a fomentar la innovación y la igualdad de oportunidades, o que pueden ser extractivas, si obstaculizan el desarrollo y fomentan la desigualdad. Ponen como ejemplo de este último grupo a la “América Colonial”, en franca contraposición a la liturgia “libertaria” de que con el “descubrimiento de América”, en 1492, se marcó el “inicio de una nueva era de progreso y civilización” en el continente.
El Presidente, por el contrario, se burla de los índices que miden la desigualdad en la sociedad. “Ellos, que se basan en la envidia, el odio y el resentimiento, van a hinchar las pelotas con el Coeficiente de Gini, la desigualdad”, había asegurado a los popes empresarios de la Argentina en la Asamblea Plenaria CEAL. En ese discurso, Milei mostró la hilacha y se plantó fervorosamente en contra de cobrar impuestos a las ganancias extraordinarias.
El mandatario desoye la alarma roja que marca ese coeficiente. El Gini, que calcula la desigualdad en la distribución de la riqueza, fue de 0,467 en el primer trimestre de 2024, según informó el INDEC. Con este valor marcó un “importante” aumento de la desigualdad con respecto a igual período de 2023, cuando el valor fue de 0,446. En concreto: el ingreso de una familia rica fue 15 veces superior al de una de escasos recursos.
Y en su libro “Poder y Progreso”, Acemoglu y Johnson remarcan la importancia que tiene el Estado para determinar quiénes se benefician del progreso. Su propósito es impulsar la innovación y marcar límites a las élites que pretenden apropiarse de ese Estado para beneficiarse a sí mismas a expensas del bien común.
De acuerdo a los cálculos del director de la Agencia de Recaudación de Buenos Aires, Cristian Girard, este año en nuestro país, los diez argentinos más ricos, que acumulan patrimonios estimados en 20.000 millones de dólares, dejan de pagar 242.000 millones de pesos en impuestos.
“Alguien con un patrimonio de un millón de dólares, sumando una casa, dos autos y dinero invertido financieramente —un 70 por ciento de ese capital en el exterior—, pagará entre 80 y 85 por ciento menos de impuesto a la riqueza este año gracias a la reducción de la alícuota de Bienes Personales de 2,25 a 1,25 por ciento. Esta medida implicará un beneficio de 12 millones de pesos para ese contribuyente", completó.
El Presupuesto 2025 que se debate en el Congreso va en esa misma dirección, la de mantener los privilegios de esos “intocables”: magistrados y funcionarios del Poder Judicial nacional y provincial, distintos sectores de empresas, actividades, profesionales privilegiados, inmuebles rurales, ensambladoras, mineras, “unicornios” tecnológicos, promociones industriales y otros reintegros. En total, las exenciones a estos sectores representan casi el 5 por ciento del PBI nacional.
Mientras tanto, Milei y su gobierno golpean en los sectores más vapuleados de la sociedad, al filo de la motosierra: educación, jubilados, salud y Pymes, y las arcas provinciales, a las que se les pide que bajen su gasto por 60.000 millones de dólares.
Eso seguramente no le hará ganar ningún Premio Nobel.