Los análisis sobre el futuro del trabajo en relación a la Inteligencia Artificial (IA) tienden a estar hegemonizados por el determinismo tecnológico. Es decir, la creencia de que las nuevas tecnologías digitales son capaces de provocar por sí mismas las transformaciones estructurales que se producen en el mercado de trabajo. Ilusoriamente se plantea que el trabajo humano será reemplazado por robots. Frente a los agoreros del “desempleo tecnológico”, si tomamos el caso de la Argentina, la tasa de desempleo no ha sufrido variaciones considerando el periodo de tiempo de desarrollo de la IA respecto al precedente.

En ese contexto, se han asentado diversas formas de organización del trabajo en torno a las plataformas digitales. Ya sea a través del trabajo presencial como las plataformas a demanda o de reparto, a través del trabajo remoto, a través del trabajo freelancer, o a través de la venta de productos y de servicios en redes sociales o en plataformas de comercio electrónico, las plataformas digitales constituyen la nueva tendencia.

Los estudios más serios han puesto el énfasis en la precarización laboral como fenómeno asociado a los trabajos que se vienen generando en relación a las plataformas digitales. La precarización está asociada a la flexibilización laboral, a la pérdida de derechos laborales y a las malas condiciones de trabajo. El precariado como condición social suele identificarse con la inestabilidad laboral y con los bajos salarios.

La informalidad es otro de los fenómenos que se vincula a las nuevas tecnologías digitales. Este hace referencia a la ausencia de contrato de trabajo o lo que se denomina como “trabajo en negro”. Al igual que la precariedad, el trabajo informal conlleva también un sentido de inestabilidad y de derechos vulnerados.

Poco menos se ha dicho sobre la deslaboralización que refleja también los cambios que se vienen sucediendo. Este es un fenómeno asociado al desmembramiento del trabajo asalariado y al crecimiento del trabajo por cuenta propia (o independiente) en el contexto de las nuevas formas de organización del trabajo vinculadas al cambio tecnológico. Tal como indica la evidencia empírica, el empleo asalariado de calidad en Argentina se encuentra informalizado y estancado desde el año 2011. Frente a dicho estancamiento han crecido diversas formas de cuentapropismo.

Mientras que la precarización es un fenómeno que afecta a la calidad del empleo, la deslaboralización da cuenta de la reducción del empleo asalariado y su correlación con el crecimiento del trabajo independiente. Pero, este fenómeno no necesariamente está asociado a la precarización y a la informalidad.

Muchos estudios han comenzado a identificar que cuando las condiciones de trabajo en las plataformas digitales son acordes, se estaría configurando una tendencia hacia la preferencia por el trabajo independiente por sobre el empleo tradicional. Esto, se asociaría a la valoración que hacen muchos/as trabajadores/as, sobre todo los jóvenes, de la relativa autonomía vinculada a la planificación de sus horarios y de las tareas.

La precarización nada tiene que ver con un “problema tecnológico”, sino con las condiciones de trabajo que se estructuran alrededor de las plataformas digitales. La IA proporciona condiciones para que tome forma una red compleja de subcontratación a escala global. Es precisamente la magnitud de dicha escala sumado a la digitalización del dinero lo que hace que sea dificultoso establecer regulaciones al trabajo y al dinero circulante. Cabe destacar entonces que no es la IA la que reemplaza o precariza el trabajo sino la voluntad de escapar de las regulaciones de una alta proporción de aquellos/as que organizan la producción de bienes y/o servicios en las plataformas digitales, y la falta de voluntad y de pericia de los organismos internacionales para proponer una gobernanza digital-global consensuada en torno al trabajo.