Legisladores amateurs, políticos profesionales. Así define al Congreso argentino durante el siglo XX un famoso estudio de la Ciencia Política. Tomando como base esta idea, es posible decir que en el Poder Legislativo encontramos cuatro especies de legisladores: los novatos y amateurs con poco compromiso partidario, los legisladores políticos con fuertes vínculos partidarios, los políticos profesionales que tienen la capacidad de ir más allá de un espacio político y finalmente el legislador profesional quien también puede tener rasgos de político de raza.

Comencemos con los novatos. La Libertad Avanza irrumpió como una nueva fuerza política en las elecciones legislativas de 2021. El resultado de su primer test electoral fueron dos legisladores por la Ciudad de Buenos Aires: Javier Milei y Victoria Villaruel. El triunfo en las elecciones presidenciales de 2023 le reportó al partido treinta y seis bancas adicionales. Varios de estos nuevos ocupantes del Congreso son figuras con escaso ruedo político o en la política, y sobre todo, con poca experiencia en espacio rosquero por excelencia: el Congreso.

La inexperiencia se conjuga con otro elemento que le confiere mayor complejidad a la situación: la ausencia de un partido político cohesionado. Mientras que los partidos tradicionales tienen la capacidad de garantizar, más o menos, que sus legisladores acompañen las políticas y leyes que son del agrado del Presidente en el caso de que sean gobierno, o bien aquellas que representan los intereses de la organización, La Libertad Avanza carece de estos elementos. Las negociaciones de último momento con soldados propios para lograr la aprobación de la Ley Bases en el Congreso el pasado jueves es un claro ejemplo de esta situación. Cabe destacar que lo ocurrido la semana pasada no es un hecho aislado. Otras veces el partido del Presidente ya tuvo que enfrentar rebeliones en la granja.

¿Cuál es la razón de estas tensiones? La escasa capacidad del partido de controlar u ofrecer carreras políticas a largo plazo. Esto no es lo que ocurre con los legisladores políticos con vinculación partidaria. Independientemente de su tiempo en el recinto legislativo, estos animales políticos están atados a la suerte de los caudillos provinciales y partidarios. Su carrera política depende de escalar en el partido y la política nacional a través de los espacios que sus jefes les puedan conseguir u habilitar. Cabe destacar que el sistema de listas cerradas y bloqueadas donde los votantes no pueden alterar el orden de las candidaturas (y en muchos casos tampoco pueden elegir quienes integran esas listas) les confiere a los partidos una importante cuota de poder sobre los candidatos.  Así, el legislador político profesional pasa por el Congreso como quien pasa por una estación de trasbordo. La baja tasa de reelección de los diputados y senadores parece confirmar este hecho. 

La Libertad Avanza, como partido nuevo y que logró un éxito inesperado, posiblemente hasta para ellos mismos, no tiene ni la estructura ni la capacidad de ofrecer un horizonte de futuro a sus legisladores. Por este motivo, es lógico que negocien posiciones personales y prebendas a cambio de apoyar cualquier proyecto. Para bien o para mal, tienen garantizada una estadía de cuatro años en su banca.

Las especies más interesantes son los políticos profesionales con la capacidad de ir más allá de un espacio político y los legisladores político-profesionales. Los primeros, como el caso de Martín Lousteau, Luis Juez o Juan Manzur, por su trayectoria o notoriedad tienen la capacidad de tener comportamientos más allá de los partidos, puesto que su carrera política ya no se encuentra atada completamente a la estructura organizacional.  Esta condición les confiere una flexibilidad para poder negociar (en el buen sentido) con el Poder Ejecutivo o incluso, oponerse a la posición fijada por el partido.

Los legisladores profesionales y políticos tienen un doble activo. Por un lado, tienen la experiencia legislativa suficiente como para elaborar proyectos técnicamente viables. Al mismo tiempo, y sobre todo aquellos que tienen varios años dentro del Palacio Legislativo como Miguel Ángel Pichetto, tienen la ventaja de conocer el reglamento interno, los tiempos y las mañas como para facilitar o no cualquier acuerdo.

Considerando estas especies en conjunto, es posible advertir que los políticos partidarios son más predecibles a la hora de concretar acuerdos legislativos y garantizar su voto en el plenario. Aquí, el poder de los gobernadores, líderes provinciales y partidarios es esencial. Estos suelen poner en la mesa las necesidades políticas y de recursos de sus distritos a cambio de apoyo legislativo. Por el contrario, los políticos independientes al igual que los amateurs sin fuertes vínculos políticos son impredecibles. En el medio, están los profesionales de la política de siempre, los que están adentro y los que están afuera, capaces, una vez más de que la política sea el arte de lo posible.