La vida en el planeta tierra depende de la fuerza expansiva de la estrella que denominamos sol. Su energía lumínica y calórica es esencial para que se generen las condiciones sin las cuales la vida sería imposible. Pero, en el universo, estrellas como el sol de nuestro sistema solar tienen una especie de reverso, los agujeros negros. Vestigios helados que tras las últimas fases evolutivas de las estrellas gigantes que supieron ser, se repliegan sobre sí mismas generando un punto infinitamente denso. Tanto que ninguna partícula material, ni siquiera la luz, puede escapar a su imponente fuerza gravitatoria.

En el peronismo hoy sobrevuelan una certeza y una pregunta, que resurgen con fuerza tras las apariciones como estrella fugaz de CFK, cada vez más frecuentes en las últimas semanas. La certeza es que la ex presidenta mantiene su condición de centro gravitacional del universo peronista, condicionando todo lo que es posible en ese sector de la política argentina, a pesar de los permanentes intentos por jubilarla y le pese a quien le pese. La pregunta, pasa por si CFK es un sol que permite con su energía la sobrevida de un peronismo golpeado, o es un agujero negro que atrapa en su declive todo lo que se mueve en su órbita, impidiendo la emergencia de nuevos soles.

Varias encuestas que se conocieron en las últimas semanas marcan una suba en la imagen de la ex presidenta, fundamentalmente en el territorio madre de todas las batallas. La que más resonó fue una de Reyes Filadoro, que mostró una imagen positiva del 49% para CFK en el conurbano bonaerense, ubicándola por encima de toda la dirigencia opositora y oficialista, incluso por encima del gobernador bonaerense. La líder del kirchnerismo se potencia en el contexto de crisis, y sus apariciones cada vez más frecuentes en la agenda pública marcan una clara intención de seguir siendo el centro de la galaxia donde todo se decide.

El peronismo entre un sol y un agujero negro

LA POLARIZACIÓN ES CONMIGO 

La primera condición para ser la conducción del peronismo es constituirse en la principal oposición a Javier Milei, encarnar la esperanza y las expectativas del pueblo que sufre los resultados de su Gobierno. Lo sabe Axel Kicillof, que desde el 10 de diciembre se paró en esa vereda, mostrando la gestión bonaerense como una alternativa concreta y enfocando sus cañones discursivos contra la deserción del Estado nacional y las consecuencias en las poblaciones de las provincias. 

El gobernador dispuso en las últimas horas el envío de recursos como helicópteros, vehículos y bomberos para asistir a la provincia de Córdoba frente a los incendios que hoy la azotan. No es la primera vez que lo hace. Tuvo la misma actitud frente a los incendios en el verano en Chubut, donde también envió ambulancias en mayo, y lo mismo hizo frente al drama del narcotráfico en Rosario prestando patrulleros y otros recursos a Maximiliano Pullaro, gobernador de Santa Fe. 

No solo eso. Ante el inminente veto a la ley de presupuesto universitario, el ministro de Gobierno Bonaerense, Carlos Bianco, destacó una  inversión de $5.340 millones en 74 convenios firmados con municipios y universidades en la PBA; Gabriel Katopodis anunció la reactivación de obras paralizadas por el Gobierno nacional, con fondo de la provincia; y el ministro de Desarrollo de la Comunidad, Andrés Larroque, anunció el un incremento del 20% en las becas de Hogares y Casas de Abrigo, y Territoriales. Todos ellos lo hicieron sentados junto al gobernador en la primera conferencia de prensa tres días después del acto de Máximo en La Plata. Gestión como alternativa a Milei, gestión como respuesta a la interna con La Cámpora. Ese fue el mensaje de la cúpula bonaerense.

El peronismo entre un sol y un agujero negro

Ese mismo día, CFK volvió a jugar fuerte con una movida que terminó eclipsando la respuesta política del gobernador a la interna y al Gobierno nacional. La ex presidenta publicó un mensaje en relación a los incendios en Córdoba para resaltar la inacción de la Nación, y al hacerlo eligió recordar la Ley de manejo del fuego impulsada por Máximo en el Congreso durante la gestión anterior. Ni una palabra a los esfuerzos actuales del gobernador frente al mismo problema, que de hecho insumieron muchísimos más recursos que el sacar adelante una ley, en un momento de ahogo presupuestario por parte de Nación a la PBA. 

Como era lógico, desde el Gobierno nacional aprovecharon el convite y respondieron con la suficiente vehemencia como para que el cruce colonizara la agenda mediática. El encargado fue Luis Caputo, apuntado por CFK con su primer tuit, y el ida y vuelta entre ambos continuó este martes y revitalizó una dinámica que comenzó hace unas semanas, cuando la ex presidenta publicó su última carta y mantuvo una discusión con el propio Milei en la red social de Elon Musk. Aquel intercambio derivó en “clases magistrales” por parte de ambos, con el otro como objetivo central y un claro propósito de polarizar entre sí.

Los modos, las formas y los tiempos en las movidas de CFK no son inocentes ni azarosos. Con esas apariciones relámpago e impredecibles, la ex presidenta salta al centro del ring, se lleva todos los flashes y le da letra al Gobierno para agitar el fantasma del kirchnerismo. Pero, además, opaca con eso el principal argumento de las espadas kicillofistas a la hora de defender al gobernador e impulsarlo como nuevo líder del peronismo. “Milei elige a Axel como enemigo, por eso todo lo que debilite a Axel fortalece a Milei”, es el mantra con el que justifican sus acciones los soldados de Kicillof. CFK le arrebata al gobernador ese lugar de enemigo elegido por Milei, en una jugada que es un win win también para el presidente, e intenta de esa forma seguir siendo el eje gravitacional del peronismo. La polarización es conmigo, la que conduzco soy yo.

MÁXIMO ECLIPSE

El mensaje quedó claro en el acto de Máximo en La Plata. Fue canción, fue bandera y había sido pintada en las paredes de Quilmes y Hurlingham cuando Kicillof visitó los municipios gobernados por La Cámpora el 17 de abril: “Nada sin Cristina”. Pareciera difícil imaginar a alguien hoy en el peronismo pensando seriamente en que la ex presidenta no sea parte del armado que busque recuperar el gobierno. El mensaje camporista , entonces, no debe leerse en la literalidad de esa frase de la bandera en La Plata o las paredes del conurbano, sino en la primera estrofa de la canción de la polémica: “Cristina es la conducción, vamos a ver si lo entienden”.

El acto camporista en Atenas fue avalado en su forma y su contenido por la ex presidenta, que lo pensó como un movimiento de pinzas, junto a su exposición del viernes anterior en Merlo, para cercar el plenario de Kicillof en Mar Chiquita. CFK invitó al gobernador, a quien se lo vio notablemente incómodo, y no se metió directamente en la interna durante su discurso. Pero, al igual que en su carta de hace unas semanas, dejó reflexiones novedosas y hasta contradictorias con sus propios posicionamientos previos. 

El peronismo entre un sol y un agujero negro

Atender el problema del déficit fiscal, pensar las nuevas relaciones laborales, la seguridad, figuraron entre otras melodías novedosas en la musicalidad de las ex presidenta. En el entorno de Kicillof leyeron eso como un acercamiento de CFK a las “nuevas canciones”, pero la pregunta sería si la líder del kirchnerismo se acerca a las renovaciones impulsadas por el kicillofismo, o si su jugada es patentar ella misma esas nuevas canciones para luego cobrar derechos de autor.

Los ataques de La Cámpora, a los que Kicillof eligió no subirse en su conferencia del lunes, continuaron este martes con las declaraciones de Wado de Pedro en las que el senador señaló que el actual gobernador no tenía diálogo con el empresariado cuando era ministro de Economía. Más allá de la contradicción con el propio Máximo, que el viernes dijo que la autoridad se construye contra los grandes empresarios a los que hay que poner límites, lo que queda cada día más claro es que la guerra está declarada y se disputa en las entrañas mismas del kirchnerismo. Las interpretaciones más benévolas con la estrategia camporista señalan que los soldados de CFK buscan alertar al gobernador para que no se aleje de su madre política, frente a quienes le sugieren que se pelee con ella como antes lo hicieron con Alberto Ferndánez. Los más críticos, leen un intento de disciplinamiento en el que la dicotomía planteada sería aceptar sin reparos las órdenes de CFK o estar contra ella.

Sea cual sea, la estrategia de CFK tiene una comandancia delegada en Máximo y La Cámpora y allí reside el centro del conflicto. Kicillof no es el único actor del peronismo que no reconoce la autoridad que la madre pretende transferirle al hijo. La delegación de mando es un sistema que ya mostró sus falencias y, hoy por hoy, no cierra. Si CFK es la conducción, como canta La Cámpora, debe ejercer el mando directamente y sin intermediarios. Y para eso es requisito estar en la boleta.

Si CFK será o no candidata es el gran interrogante que cruza al peronismo. Su definición terminaría de ordenar los factores en tensión y permitiría entender si los movimientos de Máximo y La Cámpora buscan juntar agua para el molino de su candidatura. O si, por el contrario, intentan eclipsar el sol emergente de Kicillof, a sabiendas de que la ex presidenta no participará directamente de la contienda electoral y que empoderará a algún dirigente de esa organización para competir contra el armado que hoy rodea al gobernador.

El máximo eclipse para Kicillof sería, sin dudas, una CFK candidata. La ex presidenta en la boleta obturaría toda discusión y obligaría al resto del peronismo a decidirse a estar con ella o contra ella. En ese sentido, hay posiciones encontradas en quienes leen sus jugadas de las últimas semanas. “¿Cristina candidata a diputada? Olvidate, eso es no conocer su biografía política. ¿Te la imaginás sentada al lado de Lilia Lemoine?”, resume una de las posiciones un importante armador el PJ. “Va a jugar, ella cree que puede volver a ser presidenta y lo va a intentar”, afirma un intendente que no se ubica entre los más cristinistas.

Como se repitió tantas veces, no hay 2027 sin 2025, y allí reside otra clave de la cuestión. Si CFK es candidata el año que viene, debería serlo como parte de un camino hacia una postulación en las presidenciales del 2027. Si la ex presidenta intenta repetir la estrategia 2017-2019, es decir, ganar la interna en las intermedias para luego digitar un candidato en las presidenciales, parece difícil que la unidad del peronismo pueda resistirlo. A su vez, si Kicillof pretende llegar al 2027 como candidato, necesita mostrar fortaleza y liderazgo, y eso se traduce en el armado de las listas del 2025. Si le imponen una decisión, su poder para ordenar al resto de los actores quedará instantáneamente licuado. La experiencia fallida del FdT ya demostró que en la Argentina presidencialista no existe el doble comando.

PERONISMO EN TERCERA PERSONA

La posición de CFK y La Cámpora sigue sin resolver un talón de Aquiles. Todo el revisionismo expresado en las cartas y las exposiciones de la ex presidenta, como también en el acto de Máximo del viernes, hablan de un peronismo ajeno, extraño, responsable de haber construido las condiciones para que ganara Milei, sin incluirse en él. Un peronismo en tercera persona que cada vez se amplía más, reduciendo a cada vez menos el núcleo propio.

La crítica puede resumirse en lo que planteó Marina Dal Poggetto en Cenital. La economista recordó que la economía bimonetaria, el elemento destacado por CFK como el principal problema económico del país, volvió justamente como un resultado de las políticas económicas del último kirchnerismo, es decir, el comandado por CFK. El estancamiento del crecimiento, la falta de inversión, el cuello de botella energético llevaron al cepo y profundizar los condicionamientos de la restricción externa. En sus análisis sobre el tema, CFK omite una relectura del proceso por el cual la economía argentina llegó a ese punto de asfixia durante su segundo mandato.

Así como para la economía, la mirada en tercera persona del kirchnerismo sobre los errores que llevaron a la situación actual también aplica a la política. CFK habló de un peronismo que “se torció” y “se desordenó”, depositando todas las culpas en Alberto Fernández y quienes lo acompañaron. Lo mismo hizo Máximo en La Plata el viernes pasado, en una extensa recorrida por lo que fue el gobierno del FdT, con señalamientos y culpas para diversos actores en la que no se reconoció el impacto de la interna que La Cámpora sostuvo con el albertismo, y cómo esas tensiones alejaron a la dirigencia del pueblo que tenía que representar.

Lo mismo puede señalarse hoy, y para sostenerlo basta con recorrer las opiniones de la militancia y la propia base social kirchnerista en torno a la interna entre La Cámpora y Kicillof. Las redes sociales, las reuniones de las organizaciones y las conversaciones se llenan de críticas hacia la organización de Máximo Kirchner por una disputa que no se entiende en las bases, que es vista sólo como una rosca y que apunta contra un dirigente que logra una adhesión similar al de la propia CFK. Sin una discusión programática sobre la mesa, sin la exposición de diferencias estratégicas concretas, los ataques a un Kicillof que, por su parte, se concentra en gestionar y mostrarse como alternativa a Milei, son rechazados por una parte de la sociedad que quiere una oposición unida, sólida y defendiendo sus intereses, no enredada en disputas aún más inentendibles que las que hicieron estallar el FdT y le allanaron el camino hacia la Rosada a Milei.

La potencia gravitacional de CFK sigue haciendo girar en torno suyo al peronismo, pero hoy no está claro si en forma de sol o de agujero negro. De que la ex presidenta tiene la fuerza y la legitimidad como para alumbrar nuevos caminos, e irradiar con su energía la construcción de una alternativa del peronismo para competir con la ultraderecha de Milei, no caben dudas. Del poder destructivo que puede ejercer si, como un agujero negro, termina absorviendo las luces de nuevas estrellas para seguir siendo ella el único centro de la galaxia, tampoco. En Argentina nunca brillan dos soles en simultáneo. Deberán tenerlo en cuenta tanto CFK como Kicillof cuando vaya llegando el tiempo de definir quién alumbrará la reconstrucción del peronismo.