El presidente Javier Milei tuvo finalmente una semana cargada de buenas noticias, luego de varias en las que venía corriendo la pelota desde atrás. La noticia de la renovación del swap con China, que hizo transpirar hasta último momento al equipo económico, la sanción de la Ley Bases en el Senado, la inflación de mayo por debajo del 4%, configuraron uno días en los que el Gobierno logró aquello que lo distingue y lo sostiene en buenos niveles de aceptación, pero que venia perdiendo: controlar la agenda pública a través de hechos y noticias que reforzarán su narrativa positiva y “anti casta”.

Lo cierto es que, más allá de ese veranito que habrá que ver cuánto continua cuando los números de la inflación vuelven a rebotar, el impacto de las semanas de crisis política y económica dejaron su huella en la imagen del presidente y la de su gobierno. Un estudio reciente de la consultora Zuban Córdoba reflejo las consecuencias del tembladeral que inició con la eyección de Nicolas Posse de la jefatura de gabinete y terminó de explotar con el caso de los alimentos retenidos por Capital Humano y la corrupción que se destapó tras la denuncia de Grabois en la cartera que conduce Sandra Pettovello.

Es sabido que para Milei, su imagen positiva es una variable a la que se aferra y de la que depende. El estudio de Zuban Córdoba ubicó al presidente con una imagen positiva del 43,7% contra una negativa del 55,8%, un diferencial negativo de 12 puntos que es de lo más alto que se haya registrado en estos meses. Pero aun para Milei, 6 de las figuras relevadas por la consultora tuvieron una mejor imagen incluidas dos con las que podría rivalizar internamente, Patricia Bullrich (47,1%) y Victoria Villarruel (46,2%), y dos de sus principales antagonistas, Juan Grabois (46,2%) y CFK (45,5%). Por su parte, Sandra Pettovello, “la mejor ministra de la historia” según Milei, registró solo un 36,3% de imagen positiva y 59,7% de negativa.

El relato de Milei en su propio laberinto

La explicación de esa caída de la imagen presidencial es económica y de expectativas. El 72,5% de los encuestados opinó que su situación no mejoró desde que Milei es presidente, y solo un 25,2% dijo que sí lo hizo. Un 54,9% expresó estar recurriendo a sus ahorros para llegar a fin de mes y el 63,9% dijo estar trabajando más para tener el mismo nivel de vida que el año pasado.

Esa realidad del ajuste es lo que empieza, poco a poco, a horadar la imagen del libertario haciendo caer su relato. Otra de las consultas de Zuban Córdoba resulta ejemplificadora en ese sentido. Ante la afirmación “el ajuste los está pagando la politica”, corazón del relato de campaña y de renovación de Milei, el 72,7% se mostró en desacuerdo, mientras que solo un 25,3% estuvo de acuerdo. Ese 72,7% es el pico más alto desde que la consultora comenzó a realizar esta pregunta mes a mes en diciembre. El 25,3% de acuerdo con la frase, por otro lado, es el segundo nivel de aceptación más bajo de la serie, solo superado por el 23,9% de marzo, mes marcado por el escándalo de los aumentos de sueldo de los altos funcionarios.

El relato de Milei en su propio laberinto

Otro de los núcleos del relato de Milei es la oposición de la supuesta casta política a la que él vino a combatir y erradicar. Ese argumento se sostiene con más solidez que el del ajuste hacia la política, pero también empieza a declinar. A la afirmación “Milei quiere cambiar el país pero la casta no lo deja”, un 46,6% expresó estar de acuerdo y un 52,1% dijo estar en desacuerdo.

A este escenario habrá que agregarle ahora el elemento de que el Gobierno logró su tan discutida Ley Bases, generó fuertes recambios en el gabinete con la excusa de expulsar corruptos, y logró alinear detrás de sus planteos a buena parte de la oposición. Además, pudo mostrar también un cierto control de la calle, que no impidió la sanción de la ley, así como también dar una imagen de firmeza y autoridad con el operativo represivo que se llevó a cabo en las inmediaciones del Congreso.

Todo esto configura una situación que, a primera vista, debería resultar auspiciosa para el oficialismo. Sin embargo, el relato de Milei camina por un doble filo: resaltar sus éxitos en lo que hasta ayer denostaba, la negociación política con “la casta” y la posibilidad des sacar adelante iniciativas por la via del acuerdo con sectores de la oposición, así como también mostrar un control de la protesta en la calle que no logra obturar la marcha de su gestión, ponen toda la responsabilidad sobre los resultados de la misma en las decisiones del Ejecutivo. En otras palabras, a Milei se le empieza a acabar el recurso discursivo de responsabilizar a la política por no dejarlo avanzar, y su gestión va quedando cada vez más al desnudo frente a la opinión pública en tanto éxitos o fracasos de su propia mirada de la realidad y cómo mejorarla.

Justamente esa mirada sobre la gestión es el gran punto flaco de Milei frente a la ciudadanía. Frente a la afirmación “estamos mal pero vamos a estar bien”, el 55,5% se mostró en desacuerdo. Por otro lado el 54,6% dijo estar a favor de la frase “estamos mal y vamos a estar peor”.

En Zuban Córdoba midieron 10 aspectos de la política del Gobierno, de los cuales uno solo le dio un balance positivo al oficialismo, la relación con el campo, que el 52,1% considero positiva. El resto, arrojaron todas valoraciones negativas por parte de los encuestados: 55,8% juzgó de esa forma la política económica, 55,2% la lucha contra la corrupción, 56,3% la política de seguridad, 57,3% la política exterior, 56,6% la gestión del Estado en general, 59,8% la relación con los periodistas; 62,1% las jubilaciones; 65,7% la relación con los gobernadores; y. 73,9% la relación con el Congreso.

Allí puede observarse el laberinto del relato de Milei. Mientras el argumento de los impedimentos de la casta se desgasta por el paso del tiempo, los propios éxitos en las negociaciones del oficialismo y el avance de sus iniciativas, la opinión pública profundiza sus miradas negativas del presente, sus expectativas negativas de cara al futuro, e identificar los déficits políticos y de gestión del Gobierno y el presidente como las razones de esas expectativas negativas.

En pocas semanas Milei tendrá su Ley Bases, mantendrá la vigencia del DNU 70/23, podrá mostrar a los mercados su capacidad de articulación política interna y la renovación de acuerdos financieros con China y el FMI. Las excusas se van acabando, y si los resultados económicos no acompañan ya no habrá a quien echar culpas.