Son semanas de incertidumbre para los trabajadores del sector industrial, que vienen siendo la principal variable de ajuste en el sector, golpeados por la motosierra del gasto público de parte de la administración del presidente Javier Milei.

La caída vertical de la inversión del Estado para obras estratégicas de infraestructura significó que los grandes jugadores del sector privado, como el Grupo Techint, históricamente beneficiados con adjudicaciones megamillonarias, decidieran bajar drásticamente la producción.

La parálisis en las obras complementarias a la terminación del primer tramo del Gasoducto Néstor Kirchner fue demasiado para la empresa Siat- Tenaris, ubicada en la localidad de Valentín Alsina, en el municipio de Lanús, propiedad de Techint, que definió que en el segundo semestre no habría trabajo para todos. En esa planta, que al comienzo del año contaba con 500 operarios, se confeccionan los tubos con costura que se habían destinado para la construcción del primer tramo de este gasoducto y también el del Norte.

La actividad había sido intensa durante los primeros meses del año. Pero, sin novedades de la continuidad de las obras en el horizonte cercano, la situación se complicó para los operarios de la firma que dirige uno de los hombres más ricos de la Argentina, el italoargentino Paolo Rocca. Hubo 160 despidos en las últimas semanas, y la incertidumbre también traviesa a otras 340 familias por lo que puede pasar si no se reactiva la producción.

Paolo Rocca
Paolo Rocca

En una entrevista para Diagonales, José Villa, delegado de la Comisión Interna por la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) Avellaneda, y mecánico de mantenimiento en la empresa desde 1987, hizo un repaso de la acuciante situación que afecta a los trabajadores de Siat- Tenaris.  

Los problemas comenzaron hace dos meses. Primero, según relata Villa, el ajuste fue “por goteo”. A finales de mayo, la empresa comunicó el despido con causa de dos trabajadores, uno de ellos compañeros era efectivizado, y tenía más de veintiséis años en la fábrica. El otro era un operario con contrato a plazo fijo que vencía el 30 de junio. Desde ese momento, comenzó el conflicto en la planta de Valentín Alsina, y los trabajadores definieron parar la actividad de la planta, a la espera de la conciliación obligatoria con el ministerio de Trabajo provincial. “En ese momento estábamos con cierto nivel importante de producción”, señaló Villa.

El delegado apunta a las intenciones del gobierno nacional y del grupo Techint de “avanzar sobre el tema indemnizatorio” para arreglar despidos con causa en la empresa, solo una semanas después de ser aprobada en el Congreso la Ley Bases, con el capítulo de reforma laboral incluida.

“Uno se encuentra con una realidad de que le van buscando distintas alternativas, pero para que tenga el mismo resultado. Y este era uno de esos puntos, por eso nosotros fuimos tan fuertes por el reclamo del compañero, pero no por la indemnización, sino por el puesto de laburo”, destacó Villa. Tras las negociaciones durante la conciliación obligatoria y distintas medidas del gremio de los metalúrgicos, Villa informó que lograron, la semana pasada, la reincorporación de uno de los dos despedidos.  

El mayor drama comenzaría unas semanas después de conocerse estos primeros dos despidos. El 30 de junio circuló la información en la planta de que la empresa bajaría enormemente su producción, y esto encendió las alarmas. Se conocieron los planes para dar de baja, de forma definitiva, 160 contratos, que eran a plazo fijo renovable. “Era gente que hacía ya dos años o un poquito más habían entrado para hacer la primera etapa del gasoducto Néstor Kirchner”, narró Villa.

“Nosotros lo que planteamos es que son trabajadores y familias que estaban adentro de la planta ganando un sueldo y ahora se quedaron en la calle”, planteó. “Más allá de lo que marca la cuestión legal, que también es discutible porque son bastante discutibles los contratos a plazo fijo que vienen haciendo firmar en este grupo empresario, nos encontramos con despidos”, marcó Villa.

No tan “estratégico”: Siguen paralizadas las obras del Gasoducto Néstor Kirchner y crece el temor por nuevos despidos

El planteo de los directivos de Siat-Tenaris es, según plantea el delegado, “ir a un plan de suspensiones dentro del marco de la Ley de Contrato para mantener al conjunto de los trabajadores, tanto efectivos que ya al día de hoy son 140, más los contratados que todavía quedan, que son otros 200, de acá a fin de año”. Bajo ese esquema de tiempos, desde la empresa auguran que habrá mayor carga de trabajo en la planta y mayor producción. Su fecha límite es diciembre.

“Habrá que ver si eso realmente avanza o no, pero la idea y la propuesta de la empresa es ir a un plan de suspensiones ahora”, señaló Villa, que aclaró que “para pedir acá la materia prima, que Techint compra a su mismo grupo en Argentina o en Brasil, el encargo lo tiene que hacer mínimo dos meses y medio, hasta tres meses antes”. “De esta forma ya sabrían si tienen o no trabajo para seguir a partir de 2025”, completó.

El delegado, que también estuvo en la fábrica durante la década del ´90 en el menemismo, recordó que antes del 2003 la empresa hacía contrataciones por agencias de contratación y “el contratado en definitiva cobraba menos, por igual salario”. El año pasado, de hecho, habían podido efectivizar a 40 trabajadores.

Pero advierte que tanto el Gobierno nacional, como Paolo Rocca y los empresarios más poderosos del país, y también la Unión Industrial Argentina (UIA), avanzan con sus planes para flexibilizar los derechos laborales vigentes en el Convenio Colectivo de Trabajo de la UOM.

“En nuestro caso es una lucha continua día a día para que se hagan respetar esos derechos”, aseveró Villa que advierte que los directivos de la empresa buscan que haya recambio en la planta para que los nuevos contratados “lleguen con menos derechos adquiridos”.

Cabe señalar que un trabajador que recién ingresa a Siat Tenaris, sin los adicionales internos ni los premios por producción, lo hace con un salario actual que ronda los $700 mil pesos por ocho horas diarias. “Trabajando horas extra, haciendo 12 horas los fines de semana se puede llegar al millón y medio de pesos hoy en día”, afirmó Villa. “Pero eso depende del nivel de producción de cada momento, y lo que se necesita”, recalcó, mientras enfatizaba que estas mejores condiciones laborales se dieron por “la lucha de años de los trabajadores”.

Villa planteó que Rocca podría aguantar hasta que la actividad productiva volviera a funcionar y no cargar rápidamente el ajuste sobre los obreros de la planta de Siat. “Acá no hay voluntad de tener riesgo empresario”, aseguró.

“En este momento claramente para ellos, nosotros somos descartables, más con el nivel de desocupación que hay y que va a haber. Buscan la renovación del personal para poner nuevos que no duren en el tiempo, tener a una persona dos o tres años para después cambiarlo y poner a otro. Todo el tiempo están apostando a eso. Los empresarios no quieren bancar nada. La mayoría de los despidos y suspensiones se dan sobre trabajadores agremiados, dentro del marco de la UOM y de la CGT”, sostuvo.

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Villa muestra cierto desánimo por la falta de respuestas de parte de la conducción de su gremio a nivel nacional y de la central obrera, en general, cree que tiene que haber una renovación generacional de dirigentes que “den la pelea”, y espera mayor capacidad de respuesta.

“Se han hecho paros en un corto tiempo. Lo que pasa es que yo veo acá en este en este tiempo que claramente el Gobierno puso quinta a fondo y viene arrasando. Falta una nueva clase de dirigente que sea más decidida y dé las peleas, y que lo sienta también en el bolsillo. Si yo no vivo la misma situación que el resto de mis compañeros y difícilmente logre esa empatía con el resto de los trabajadores”, señaló Villa.  

A pesar de las preocupaciones que crecen entre los trabajadores de Siat por la posibilidad de quedarse sin trabajo, el delegado destacó que “no hay una decepción” abierta y manifiesta, ni de “enojo por abajo” contra las políticas del gobierno nacional.

“Están a la expectativa de que algo mejore, veo que está presente esa ilusión, la esperanza en el voto que pusieron por Milei y dicen ‘mejor vamos a esperar un poquito más’. Fue mucha la cantidad de gente que votó a este gobierno. Se acumuló mucha bronca. Y la bronca tiene un por qué y hay que saber estudiarla y entenderla, para poder encausarla para el lado de la mayoría de nuestro pueblo que son los que están sufriendo en definitiva”, aseguró.

Villa cuestionó el freno en las obras de la segunda parte del Gasoducto Néstor Kirchner que une el yacimiento hidrocarburífero de Vaca Muerta, en Neuquén, con la provincia de Buenos Aires, pasando por Rio Negro y La Pampa.   

“Nosotros como trabajadores, por ejemplo, cuando se hizo la primera etapa del gasoducto de Néstor Kirchner, hicimos una apuesta fuerte. No por el hecho de que lo iba a hacer Techint que era nuestro empleador. Nosotros lo encaramos desde una posición hacia el conjunto de la sociedad, hacia el conjunto del pueblo argentino. Apoyábamos una política energética que sirviera al conjunto, desde nuestro lugar como trabajadores que hacemos esos tubos con costura para el gasoducto. Tenemos una posición de que se debe seguir construyendo. Hay muchos sectores del país donde aún no hay gas de red y tienen que seguir con el viejo sistema de garrafas. Incluso falta mayor abastecimiento para todo lo que tiene que ver con la industria”, se explayó.

“El gas lo tenemos que estar comprando. Me parece que tendría que haber sido al revés. Nosotros tendríamos que tener las plantas para vender el gas a distintos países. Y ahora pasa lo contrario, es algo ilógico. Estas obras tan grandes, históricamente, se hacían por la obra pública. Pero ahora te dicen, ‘obra pública, no’. Por eso nos encontramos en este semestre con este parate y no sé sinceramente cómo van a terminar cerrando los acuerdos para las distintas obras. Va a ser entre privados y ahí está metido por supuesto Techínt con distintos grupos de empresarios y hablando con el Gobierno. Pero también  hay que decir que el gran cuco para Techint son los chinos. Si se traen los tubos de China, nosotros no los hacemos acá, y los que nos quedamos sin trabajo somos nosotros. Políticamente es muy extraño todo lo que pasa. En definitiva, siempre perdemos los laburantes”, insistió el delegado.

Villa cuestionó la demora de las obras durante la administración de Alberto Fernández para avanzar con más tiempo, lo que hubiera permitido mayor actividad en la planta nacional de fabricación de caños. Recordó la poca actividad que hubo en la empresa durante la pandemia, que podría haber sido un contexto para una mayor producción. Menos de la mitad de los tubos sin costura fueron producidas en el país, y la multinacional importó el resto del material de su planta en Brasil.

“Nosotros pasamos toda la pandemia la verdad muy mal. No tuvimos nada de trabajo. Y hubo mucho conflicto interno con la empresa. Son cuestiones estratégicas que para mí tienen que ser políticas de Estado, lo que uno escucha a los políticos hablar en los programas de televisión. Después la realidad se lleva puesto todo eso y a nadie le importa nada. Están todos detrás de cargos. Y la gente se muere de hambre”, sentenció.