Con la desinversión y el desfinanciamiento de los organismos estatales pasándole factura a las entidades públicas más importantes del país, cientos de trabajadores del Hospital Garrahan se congregaron hoy en el centro porteño para alertar sobre la situación crítica que atraviesa el emblemático centro médico. Falta de personal, salarios “por debajo de la línea de pobreza” y jornadas laborales interminables, los síntomas de una crisis que deja a la institución en terapia intensiva: “Es el peor momento de la historia del Hospital”.

Este jueves, olas de miembros del personal médico del Garrahan se autoconvocaron para darle un abrazo solidario simbólico a la institución y advertir sobre el gravísimo escenario que vive el icónico centro pediátrico nacional. Los trabajadores se movilizaron por la avenida Entre Ríos y explicaron ante los medios presentes el brutal panorama en el Hospital, fruto de las políticas de ajuste y vaciamiento público perpetradas por el Gobierno de Javier Milei. El diagnóstico es desesperanzador: “Este es el peor momento de la historia del Garrahan”.

“Tenemos trabajadores que se van del Hospital y no son reemplazados, lo que aumenta la carga de trabajo con salarios muy bajos, por debajo de la línea de pobreza”, contó al respecto Gerardo, uno de los especialistas entrevistados por C5N durante la marcha. Junto a ello, Magalí, jefa de clínica en una sala de internación, explicó: “El impacto más grande que estamos teniendo es en el recurso humano. Los salarios no son dignos para el cargo que ocupamos, el rol y la responsabilidad que tenemos”.

En algunos casos, señalaron los trabajadores, los sueldos de los profesionales especializados apenas superan el millón de pesos por mes aunque se enfrentan a guardias extensas, jornadas laborales de 42 horas semanales o coberturas durante varios días seguidos sin interrupción. Para poner la remuneración en perspectiva, en febrero la línea de pobreza para una familia de cuatro integrantes se ubicó en los $1.057.923 mensuales. A esta situación de sobrecarga laboral y de depresión salarial se le suman las cuestiones edilicias adversas y un horizonte de recortes que solo amenaza con agravarse.